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    Manolo Victorio
    Carpe Diem

    Un atardecer norteado en el cuarto domingo de enero de este sangriento amanecer del 2023, nos remite a la aportación jarocha del escenario live de la violencia criminal desatada en descaro impune por los cárteles en cualquier punto de este México profundo y aguantador.


    Una persecución vehicular, una celada videograbada in situ por los ciudadanos cuyos videos y fotografían inundaron las redes sociales en noticias profusas, criminales, despreciables, sintetizan una matanza cruel de seis personas, al parecer una familia completa, tres adultos y tres menores de edad, que viajaba a bordo de una camioneta pick up Ford Lobo Sport, negra, doble cabina, cribada por al menos dos comandos criminales que se desplazaban en camionetas SUV blancas.
    Una familia integrada por cinco personas, entre ellas dos menores de edad fue asesinada con ráfagas de armas largas en la carretera Xalapa- Veracruz a la altura de Las Bajadas, cerca del aeropuerto, en el Puerto de Veracruz; un taxista que pasaba por el lugar y tiempos equivocados, completó al sexteta mortal.
    La narración en los crudos videos que se diseminaron no provino de un reportero policiaco en el terreno de los hechos. No; es una crónica atropellada a fusil engatillado, con el índice adiestrado y frío ante la refriega, un agitado parte informativo para la superioridad con la adrenalina al tope, los nervios tensos y en lenguaje de Policía Militar de un elemento de la Secretaria de Marina adscrito a la Policía Naval que da cuenta en 24 segundos que “en el lugar (el habitáculo de la doble cabina de la pick up) se encuentra un niño de aproximadamente 9 años, dos féminas y un masculino (el chofer de la Ford Lobo) que está agonizando, se encuentra como conductor”.
    El remate de la empedrada crónica del marino es una síntesis brutal de la violencia: “la unidad tiene muchos impactos; más de 50 impactos”.
    Los hechos ocurrieron casi enfrente de la base aeronaval Las Bajadas, el bunker de los marinos que patrullan la conurbación más poblada del estado veracruzano. Es la tragedia cruda, agitada, de una familia cinco integrantes, cribada a balazos en cacería humana. Es Veracruz.
    Un taxista fue víctima colateral.
    La agenda de la cuarta semana de enero, dominada por la violencia criminal.
    En domingo familiar, la unidad de comunicación social de la Fiscalía General del Estado recurrió al formato del copy paste (copiar y pegar) para informar que “la trilogía investigadora trabaja para confirmar o descartar que estos hechos estén relacionados y realiza las diligencias de ley para establecer las causas y dar con el paradero de los responsables”, señaló la FGE en un escuetísimo comunicado.
    El gobernador Cuitláhuac García Jiménez informó que “ante los lamentables hechos en el municipio del puerto de Veracruz hemos implementado ya los operativos coordinados con las fuerzas federales y la FGE realiza las investigaciones preliminares que apuntan a un ajuste de cuentas entre bandas de la delincuencia organizada”.
    Y luego vino el remache dominical: “tristemente se llevan en esto a vidas inocentes. Habrá justicia y no permitiremos por ningún motivo alcancen estos niveles que hasta con sus familias terminan pagando sus supuestas “venganzas”.
    El tramo de la carretera antigua Veracruz-Paso de Ovejas-Xalapa, desde la Cabeza Olmeca, pasando por Las Bajadas y Santa Fe, Tamaca y Villarín trae recuerdos dolorosos que iniciaron con una balacera en 2007, hecho que desenrolló una espiral violenta a golpe de metralla por los cárteles que desataron los demonios del terror en esta conurbación a partir de ese año.
    Que el estado de derecho no se rompa otra vez, es el clamor de los habitantes de Veracruz, Boca del Río, Medellín, Jamapa, Alvarado, Manlio Fabio Altamirano, Soledad de Doblado, Úrsulo Galván y Paso de Ovejas, municipios que aportan mano de obra industrial y producción alimenticia a esta gran conurbación.
    Un voto de confianza a la Guardia Nacional, a la Secretaria de Seguridad Pública, a la SEMAR y SEDENA para que el colectivo no vuelva a revivir los fantasmas de la violencia reventada en el sexenio de Javier Duarte.
    La paz social será la oración unánime en las noches por venir.
    Que así sea.