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    Inocencio Yáñez Vicencio

    Comencemos por preguntarnos ¿ la democracia surgió en la Grecia Clásica de manera súbita? ¿ la democracia ateniense apareció a partir de una experiencia o teoría? ¿ qué condiciones materiales la precedieron? ¿ fue lineal o fue interrumpida ? ¿ por qué la mayoría de los cargos se asignaban por sorteo? ¿ por qué la Polis se consideraba invasora de la sociedad? ¿ hay continuidad entre la democracia directa y la democracia representativa ?

     Las lecciones de la historia siempre nos ayudarán a comprender lo que en el presente nos pasa. De las reformas del arconte Solón  en 594 a.C. a la instauración por Clístines en 508/7 a.C. hay casi un siglo.  Por lo que podemos afirmar categóricamente que la democracia de la Grecia Clásica no se instaló súbitamente. Tampoco fue un proceso interrunpido. En el año 561 a.C la interrumpió el golpe de Estado de Pisístrato  y sus hijos Hipias e Hiparco. Fue un tirano benévolo.  Lo que prueba que si la tiranía era vista por los griegos como una degeracion de la monarquía, como un régimen malo, podía y puede haber tiranos benévolos.  La democracia ateniense fue pavimentada por las reformas de Solón  que, entre otras cosas: reemplazó las malditas leyes de Dracón, amnistía, abolió la esclavitud por deudas y dio libertad a los así esclavizados, incluidos a los que habían sido vendidos al extranjero, liberó a los pequeños terratenientes de las sextas partes y de cargas, pero se opuso a un reparto de la tierra. Creo el tribunal popular Heliea, el derecho de apelar ante él, amplió el derecho de acusación, creo, en el ámbito constitucional, el Consejo de los Cuatrocientos, correspondiendo cien a cada una de las tribus. Este Consejo preparaba todos los asuntos de la Asamblea. ..

    La Asamblea tenía pocas funciones comparadas con las que tiene el Estado que surgió de los escombros del feudalismo, por lo que cualquier comparación se topa con que cuantitativamente podriamos encontrar que el actual Estado es más invasor que la Polis, pero  los campos que ésta abarcaba hacían que no aparezca una clara separación entre lo público y lo privado, cosa que es innegable y característica de la Modernidad. Hace mucho publiqué un libro donde afirmaba que no había continuidad entre la democracia directa y la democracia representativa.  Cada día veo que nuevos estudiosos reafirman este punto de vista. Ver la democracia moderna como desarrollo de la antigua, nos ha traido más perjuicios que beneficios, porque sencillamente aplaudimos que se le pidan peras al olmo. No existe continuidad.  Así lo vieron los padres de la Constitución norteamericana. En los documentos recogidos en el Federalista podemos ver que eran enemigos de la » Tiranía de la Mayoria». Antes que llamar a su sistema democrático, profirieron denominarlo republicano.  La democracia nunca ha sido el gobierno de los desposeídos.  En la realidad se ha dado que los desposeídos decidan quién los debe gobernar, pero nunca han gobernado ellos. Ese es el autogobierno democrático. 

    Está en circulación un libro de Mogens H. Hansen, titulado la Democracia Ateniense en la época de Demóstenes, que fue traducido y publicado en 2022, del cual su prologuista  Andrés de Francisco nos dice : Es un estudio científico- riguroso, sistemático, minucioso- animado por una única vocación: la búsqueda de la verdad. La verdad como dictado de los hechos . Un científico que se humilla ante las evidencias. Como podrán constatar- los que ya lo leyeron- no comporto algunas conclusiones, sin que por ello pretenda bajorlo del pedestal, donde la recepción de la academia y del público lo han colocado.

    Estas notas ojalá sirvan para valorar la democracia o gobierno representativo como lo que en verdad es, sin querer que cargue con un pasado que lo nutre pero no lo engendra. Saber que nuestra democracia o gobierno representativo tiene similitudes con la antigua, pero no la igualan. Ninguna de ellas nacieron en un día o son productos de algún Mesías, ni siquiera caben o caben a costa que la destruyan, no asientan el poder en personas sino en instituciones, las propiedades de mando y obediencia pasan de la persona a las instituciones, el poder viene de la Constitución, que un pueblo al fundar su Estado se da así mismo, tiene como base a un pueblo, como un todo, no considerado caprichosa y convenientemente, es un gobierno de leyes antes que de individuos, lo público prima sobre lo privado, condenando la apropiación de lo público. 

    Esta es la muestra que los tiranos no son de ahora y menos que se revistan de benefactores y qué por mucho que repartan, no dejan de ser tiranos, porque ese reparto no lo hacen en nombre del Estado sino a nombre de su persona, para ganar votos y pretender perpetuarse en el poder.

    Para hacer honor al rótulo de estas reflexiones, sólo quiere decir que si Amlo, no temblara de miedo de perder las elecciones  del 2024, no estaría deficado desde el primer día de su administración a hacer todo para quedarse en la Presidencia él o un incondicional, porque no puede ignorar que de ganar un partido y candidato opositor, le van a pedir cuentas y lo pondrán ante la justicia. Para eso se ha aliado con la delincuencia organizada, para eso ha sometido a sus caprichos a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para eso creo su Guardia Nacional, para eso trata de hacer del Ejército Nacional, su Ejército, para eso creo a los Siervos de la Nación, para idiotiza con sus Mañaneras, para eso reprime  ofende y degrada a los periodistas e intelectuales que no se le someten, para eso tiene a sus vándalos que revientan los actos de la oposición, para eso tiene a sus diputados y senadores que le cambian ni una coma a sus iniciativas, para eso tiene a sus gobernadores que le hacen sus subejercicios, gobernadores que ya no puede colocar fácilmente, como lo testimonia el revés que hoy tuvo la pretendida  » ley Nahle», la disposición de los fideicomisos y los ahorros fiscales, las dádivas a los que él llama mascotas, el plan B contra el INE, » su oposición » y esquiroles que filtra en partidos y en la » sociedad civil «

    Como dice en su clásico libro Poder, Guglielmo Ferrero, el pueblo tiene miedo a la represión, pero el tirano tiene miedo a la rebelión.