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    Jorge Arturo Rodríguez

    Tierra de Babel

    Aperitivo 1: “Solo hay una forma de saber si un hombre es honesto: preguntárselo. Y si responde «sí», entonces sabes que está corrupto.” (Groucho Marx). No sé por qué hasta sueño con la honestidad, ¿es pesadilla?

    Aperitivo 2: “Con el amor ocurre lo mismo que con los gobiernos: siempre tiene uno la ilusión de que el próximo sea menos desastroso”. (Marco A. Almazán). ¿Alguien piensa lo contrario?

    Pasada la calentura, digo, pasado el 14 de febrero,  me  pregunto qué nos queda, acaso seguir la misma senda y darnos cuenta que aún sigue vigente aquel slogan de “Regale afecto, no lo compre”, pero, como siempre, nos vale; el gusto por la compradera se acrecienta, nadie nos detiene, y más ahora que la ansiedad de amor nos agobia. Desde luego, no al mundo entero. Hay excepciones: ármese de una lupa y paciencia; si tiene suerte, más bien concentración y un poquitín de imaginación, creatividad, es probable que encuentre a esas lindas y asombrosas y apasionadas personas que mucha falta nos hacen para aliviar la vida, esa misteriosa curiosidad que hemos enterrado. Como el título de una novela de Juan Pablo Villalobos, No voy a pedirle a nadie que me crea, que ni viene al caso.

    El chiste es mantener a la gente contenta; de otro modo, qué difícil para la sociedad y los gobiernos lidiar con personas tristes, ensombrecidas, desdichadas, que no aportan nada, acaso sólo pesares, creaciones fatales, fantasías tontas, imaginaciones… Pesimistas, negativas y agréguele lo que guste, si lleva aún gusto. ¡A la mierda todas estas melancolías baratas! Gocemos la vida. Luego entonces, ¿qué chingaos es la vida?

    Dicen que febrero es el mes del amor y de la amistad, ‘tons aún me queda tiempo de citar a Mariana Frenk-Westheim: “Contra las grandes cualidades de otra persona hay una sola defensa: el amor. (Esta frase es de Goethe, pero así, metida entre las mías, ¿quién se va a fijar?).”

    ¿Acaso la finalidad es que no pensemos y sigamos jodidos? ¿Acaso basta con migajas y poquiterías? Ahí se las dejo de tarea.

    Los días y los temas

    Mi estimado amigo Julio Vallejo, en su artículo “El amor desinhibido de los romanos”, comenta: “Desafortunadamente, ahora en el presente sólo se enfoca más sobre el ámbito comercial y materialista, dejando a una sociedad en plena obscuridad, ante un amor verdadero que pudiera iluminar nuestros corazones.” De acuerdo. ¿Y dónde la pasión?

    Mi adorable Irene Vallejo escribió en su reciente entrega “Entusiasmo”: “¿Por qué? Los antiguos griegos tenían una respuesta. Para ellos, los amantes eran invadidos por un dios que se filtraba en su ser. Lo llamaban “entusiasmo”, que significa “tener dentro la divinidad”. Los escogidos eran seres “inspirados”, es decir, “depositarios de un soplo mágico”, como los poetas y los adivinos, todos ellos locos que pagan un alto precio por su privilegio. Por eso, según los griegos, deseamos esa dolorosa bendición; cuando nos enamoramos, un licor divino entra a mares en nuestra sangre, una nube cargada de dioses nos alcanza con su rayo y al menos por un momento nos rescata de la rutina y de la vulgaridad. La pasión nos gusta porque es, sencillamente, una forma endiablada de endiosamiento.”

    Estupendo: “…una forma endiablada de endiosamiento”.

    De cinismo y anexas

    Para no remar en el desierto, vaya, a lo güey, les comparto lo siguiente:

    *Escoge siempre a tus amigos entre los grandes chingones, porque con ellos no hay quien te chingue a ti. (La muerte de Artemio Cruz, Carlos Fuentes).

    *¡Cuidado cuando ofrezcas tu amistad!, deberás ser amigo por mucho tiempo. (Fernando Swain).

    *Siempre conservo especial reconocimiento por los amigos que no he vuelto a ver. (Benjamín Barajas).

    *No es notable, es notorio cómo los amigos que más se aman comparten mejor las decepciones que las alegrías. (Jaime Moreno Villarreal).

    Reflejo

    Anoche, el vampiro me hizo el amor de nuevo. Empiezo a ver su imagen en el espejo. (Mauricio Carrera).

    Juramento

    Lo juro, nunca me acosté con él. Siempre hicimos el amor de pie. (René Avilés Fabila).

    Ahí se ven.