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    Sergio González Levet

    Sin tacto

    En medio de tantas mentiras y declaraciones contrapuestas -que son la marca de la casa de los gobiernos de la 4T- alrededor del sonado asunto de los contratos de obra millonarios asignados a Araly Rodríguez Vez por varias dependencias estatales, lo único real y verdadero (I swear to tell the truth, the whole truth and nothing but the truth, dicen los gringos) es que nadie sabe a ciencia cierta quién es y dónde está esta famosa y elusiva empresaria, que tiene dos compañías que facturaron al menos cien millones de pesos recientemente, y sin embargo se atreve a afirmar que necesita un modesto sueldo para poder sobrevivir.

         Ese sueldo se lo otorga (u otorgaba, porque al parecer ya la corrieron sin contemplaciones a sus derechos laborales, como también es otra marca de la casa morenista) la Secretaría de Educación de Veracruz como fruto de la plaza que ella está o estaba heredando de su fallecido esposo (otra mentira es que en esta administración ya no se transmiten las plazas a familiares, como sucedía antes).

         Bien, pues Araly no ha dado la cara, pero sí salió a la palestra pública con una carta que, sospechosamente, estuvieron promoviendo empleados de la Dirección de Comunicación Social del Gobierno del Estado, ésa que dirige un joven cuyo nombre no alcanzamos a recordar los comunicadores de Veracruz, tan alejado que está de nosotros.

         Y Araly, que es tan fantasma como sus empresas, declara desde la oscuridad en que se encuentra que emite “el presente documento con la finalidad de que todas las dudas queden resueltas.”

         Obviamente, más bien las amplía con ese texto lleno de imprecisiones, afirmaciones de tipo general e inexactitudes faltas de toda lógica.

         Por ejemplo, dice que en 2014 realizó un cambio de su régimen ante el SAT y que tiene una “actividad empresarial, la cual sigue vigente hasta la fecha”.

         Y suelta esta perlita: “en el domicilio fiscal se encuentra un consorcio de empresas de diversas áreas”. Y afirma que sus empresas se dedican a “la construcción, la comercialización de bienes de diversa índole, venta de desechos industriales”.

         Y resulta que sus empresas en realidad están ¡en la casa de junto a la tiendita de abarrotes! Tal vez piensa esta mujer fantasma que podrá edificar y amueblar en un día una oficina fantasma para su empresa fantasma… y también que los veracruzanos somos muy tontos, como si fuéramos funcionarios de la 4TV.

         Araly concluye con un apasionado fervorín, en el que solicita “a todos aquellos que se dedicaron a manchar mi imagen, a investigar a fondo antes de hacer aseveraciones las cuales dañan y perjudican mis derechos laborales, así como los de seguridad para mi persona y mi familia” (por la pésima sintaxis del texto, cabe la sospecha de que salió de las oficinas de prensa de Palacio.

         Y Araly sigue sin estar ahí en donde la podamos ver. ¿Existirá en verdad?

    sglevet@gmail.com