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    Bernardo Gutiérrez Parra
    Desde el Café

    El domingo en la madrugada, alguien llamó al 911 para reportar que una mujer habría sido asesinada presuntamente a golpes en el interior de su domicilio en la colonia El Sabinal de Perote. Las primeras versiones hablaron de un feminicidio y así lo manejaron los medios que tocaron el tema.

    Este martes, el Fiscal estatal Cuitláhuac García Jiménez, que ejerce funciones de gobernador, dijo que no se trató de un feminicidio sino de un suicidio ya que la mujer de 30 años ingirió raticida “en presencia de sus hijos”.

    En conferencia de prensa atacó a dos medios de comunicación (sin decir sus nombres) de inventar un feminicidio que no existió con tal de sacar “raja política para atacar” por ganar titulares y llevarse “las 8 columnas”.

    Pero más allá del yerro periodístico, como que lo puso feliz que el caso no hubiera acabado en feminicidio, porque ya no quiere saber nada estos flagelos. Tan es así que su asistente en la Fiscalía, Verónica Hernández Giadáns, dijo que el móvil en el asesinato de la enfermera Yarazeth, ocurrido el sábado anterior fue el robo. Y si lo clasifican de esa manera sería homicidio doloso y no feminicidio.

    Lo cierto lector, es que los feminicidios han rebasado tanto la capacidad del gobierno para contenerlos, que ya no sabe qué hacer para ocultarlos.

    “Matar a una mujer en Veracruz es un asunto sencillo. El criminal la puede hostigar, acosar, golpear, violar y asesinar cuando así lo decida para después irse a dormir a su casa. Al día siguiente puede hacer sus actividades normales con la plena convicción de que vivirá impune porque tenemos un gobierno que con su incapacidad y desidia lo protege”, me dijo hace un tiempo una estudiante universitaria que tuvo que salir del estado porque fue atacada por un sujeto que antes de violarla la acosó por meses.

    La joven presentó su denuncia en la Fiscalía y sucedió con ésta lo que con las denuncias por robo a su domicilio que presentó Yarazeth antes de ser asesinada; fueron echadas al olvido.

    María José, la joven que se suicidó en El Sabinal tampoco tuvo apoyo de las autoridades. Y a pesar de que el señor Fiscal Cuitláhuac García dijo: “No tiene golpes como dijeron los medios”, esto es una falacia. De acuerdo con los vecinos, días antes de su muerte fue ingresada a un nosocomio debido a una golpiza que recibió de su marido. Es decir, golpes sí hubo y debieron ser muchos. María José buscó apoyo del Instituto Municipal de la Mujer pero es evidente que no lo obtuvo.

    Por mucho que un juez venal dictamine que lo que le sucedió a Yarazeth fue un homicidio doloso y no un feminicidio, esto no borrará el hecho de que Veracruz es una peligrosa ratonera para las mujeres y el queso está hecho de la impunidad con la que se pasean los feminicidas.

    Sobre el asesinato del docente José Alfredo N, acribillado a balazos en Córdoba el lunes por la tarde, Cuitláhuac aseguró: “Era primo de un líder de los Zetas” y de inmediato se amarró el dedo; “Ahora van a decir que lo revictimizamos”.

    Y así se fue a la tumba el maestro José Alfredo, como primo de un Zeta… y revictimizado.

    Si nos apegamos a la lógica del gobernador, la señora Hernández Giadáns también es familiar de una delincuente.

    El 22 de enero del 2020, la entonces encargada de la Fiscalía General del Estado aceptó ante los legisladores locales que es prima hermana de Guadalupe Hernández Hervis “La Jefa”, integrante de un grupo delictivo. Y aún con ese antecedente fue nombrada Fiscal Estatal, puesto que tiro por viaje le usurpa Cuitláhuac García.

    Si se mira en el espejo del maestro José Alfredo, doña Verónica debería redoblar sus precauciones tanto de seguridad como legales. No sólo para evitar un ataque que nadie desea, sino por lo que se le vendrá cuando deje la Fiscalía en la que ha resultado, lo mismo que el señor gobernador en su cargo, una gran decepción y un auténtico fiasco.

    bernardogup@hotmail.com