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    Julio Vallejo
    La línea delgada entre mi opinión y la tuya

    La esencia de los seres humanos, es el ser buenas personas

    Se abría el umbral del camino, dejándome acariciar por los rayos del sol ardiente y sintiendo siempre tus manos sobre las mías, cada vez que subía por las olas del frío viento de aquéllos recuerdos tuyos.

    Con amor para ti madre que estás en el cielo.

    Acudí a la invitación del 5to concierto internacional de versos y pinceles ecológicos, que se realizó en varios lugares del país de Colombia.

    Artistas colombianos, ecuatorianos y mexicanos se mezclaban por las calles para empezar el tradicional desfile en el municipio de Roldanillo. Este mágico lugar nos abría las puertas con un inesperado chipichipi que nos quería arruinar la tarde; los mexicanos como siempre, ocurrentes y en cualquier lugar nos hicimos notar; empezaba la primera pincelada de la tarde y en coro ayudamos al tenor Veracruzano Javier Vitela a entonar: Ay, ay, ay, ay, canta y no llores. Porque cantando se alegra, cielito lindo, los corazones.

    En ese primer pueblo mágico de Colombia, sentí lo que es representar a tu país. La piel se me enchinaba cada vez que cantábamos, las lágrimas se mezclaban con el agua que caía del cielo y para quedar más estupefacto, un hermoso arcoíris se dejaba ver entre el cielo gris que se perdía entre la grandeza de la cordillera de los Andes.

    Los árboles verdes y llenos de vida, seguían el compás de la melodía mexicana; las palomas volaban en forma de confeti, de la iglesia al parque, formando un arco de libertad y paz para sus habitantes.
    Un cuadro maravilloso.

    “Que vengan todos los sembradores de sueños y que vengan todos los niños a esta madre tierra a salvar al mundo”, palabras más, palabras menos de “Pacha Mama”. Tierra donde somos muy sensibles al arte y a la cultura.

    Cuando la magia de nuestras tierras se emana de américa latina, se hace sentir que todos los problemas culturales, económicos y sociales que nos unen se pierden por medio del arte.

    El ser humano, es como un árbol que respira lo bello que tiene la vida.
    Tan bello, como la familia REAL (Red de Escritores por el Arte y la Literatura). Ésta que dejó con su participación un buen sabor de boca, sabor como el del Sancocho, bebida tradicional de aquel país; un sabor a artistas jarochos, que va desde un tenor, pintores, bailarines, poetas, actores y escritores. Jarochos que dejaron sembradas raíces y árboles de nuestro país México, por todo Colombia.

    Alberto Calderón representante de REAL, apesar de encontrarse mal de salud, siempre con buen ánimo alentó a todo el grupo durante todo el viaje. Por su parte, Maricarmen Delfín dejó plasmado con sus ensayos cuanta cultura hay en Xalapa, Veracruz; y como sabemos que la vida es un carnaval, Ernesto Sánchez y Blanca Vargas dieron muestra de los bailes tradicionales que dan identidad a nuestra región; por ejemplo, el son de la Bruja, simplemente volaron por todo el escenario luciendo la algarabía de los jarochos. Elsa del Carmen Malpica y su mamá Rosita demostraron años de experiencia y herencia de lo que realmente es el arte escénico, una declamando y la otra zapateando sin dejar de tocar la belleza de nuestros trajes tradicionales, que por cierto los lucía con gran gallardía.

    Como en todo viaje, el estrés se hizo presente, así que nuestra amiga María Aidé Zamora puso en práctica sus técnicas occidentales para ejercitar nuestro cerebro y relajarnos de tantos días de ansiedad; principalmente, por la pérdida de un celular que viajó durante 19 horas solo en autobús, para por fin llegar a las manos del poeta José Cardel Ubaldo Bastida quien a toda costa buscó eliminar la tristeza del rostro de su musa y dueña del teléfono Julieta Paula Sánchez; además, dio a través de la declamación de sus poemas una lección de amor de más de 48 años.

    Para finalizar el viaje, no puedo evitar decir que el estar cerca del cielo y sentir ese montón de estrellas brillar junto a mi rostro, me hizo recordar esa técnica japonesa Kintsugi que me iba reparando el corazón con hilos finos de caricias, palabras, abrazos y experiencias que me hacían olvidar la ausencia de una madre en un pleno diez de mayo.

    Gracias por todos sus consejos y por un aprendizaje más en esta delgada línea de la vida.