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    Inocencio Yáñez Vicencio

    Terrible que un presidente de la República pretenda ignorar que no conquistó ese cargo en una trifulca callejera. Que conquistó el título o derecho para desempeñarlo conforme a reglas y principios de un orden jurídico que son válidos por producirse conforme a una Constitución. Amlo no puede desconocer que está al frente de un órgano que junto con otros dos, se equilibran o deben equilibrarse y contrapesarse, para lograr un bien común, un bien común no escolástico, no venido del más allá sino salido de la deliberación y el acuerdo.


    Absurdo que ocupando tan alta magistratura nos salga con que la soberanía reside en masa de pueblo que no sabe de reglas. En un pueblo que no se ha organizado jurídicamente es correcto decir que la soberanía reside en esa masa amorfa pero no así en un pueblo organizado jurídicamente, donde la soberanía reside en la Constitución y cuando se dice que la soberanía reside en el pueblo, significa que siendo su fuente la masa, su ejercicio es conforme lo determinó su constituyente, en el Estatuto Jurídico que se dio. Recordemos que Juan Bodino parte de familias como base y que su concepto de soberanía es absoluto, porque daba fundamento a un Estado que se debatía entre una poliarquía que se resistía violentamente al monopoder, a su centealización y al monopolio de la fuerza legitima, por lo cual algo de razón les asiste a los que afirman que su valor es histórico.
    Esta es la razón por la que es necesario tener muy claro que en las elecciones está en disputa el derecho a ocupar por un período determinado una función y el programa de políticas públicas, pero no el Estado. El gobierno no es el Estado. En Inglaterra y en Estados Unidos existe una confusión por el concepto de Estado débil que produjeron. Los señores feudales despojaron poco a poco a la Corona de sus poderes basta reducirla a un papel simbólico, desarrollándose el capitalismo sin fuerzas extraeconómicas, a diferencia de la Europa Continental donde fue la Corona quien concentró los poderes y los estamentos dejaron de convocarse. En Francia hasta la convocatoria que derivó en la Constituyente y se sobrepuso el Tercer Estado, tenía casi dos siglos que no se reunían. El Parlamento sólo registraba edictos.
    Periódicamente cambiamos de gobierno pero no de Estado. El gobierno ni siquiera incluye la administración. Que se interprete que los incluye hace que los puestos o cargos sean un botín. Por eso es recomendable el servicio civil de carrera. En Francia existe una escuela que produce sus cuadros. Ya hay países que cuidan la profesionalización de la administración, para evitar que venga un lunático que nos designe bajo la regla de 10 por ciento capacidad y 90 fidelidad al pastor. En rigor el gobierno tiene a su cargo la dirección política, que no jurídica o legislativa, del Estado. Su función principal es ejecutar lo que prescriben las leyes, no ocurrencias. La administración debe estar sujeta a la ley, no a los caprichos de un sátrapa. Que el ejército esté al mando de la autoridad civil significa que lo esté dentro de lo que manda la Ley Suprema. Va contra la Constitución que el ejército haga regularmente funciones de seguridad pública, porque está preparado para combatir al extraño, al enemigo, por lo que es de esperarse que no se detenga ante los llamados derechos humanos. Y no sólo eso. También se violan principios vinculantes de la Norma Maxima, cuando se le pone a servir a gobiernos en lugar de servirle al Estado. Grave que lo hagan responsable de funciones de las cuales deben ocuparse y rendir cuentas los civiles. Hoy nos sorprendemos que el Jefe de la SEDENA este envuelto en escándalos porque dilapida enormes cantidades en viajes con su familia a Europa y en departamentos en Bosques Real, Huixquilican,estado de México, cuando bien sabemos que la política de abrazos, no balazos, da para eso y más. La corrupción del Ejército puede tomarse como una alternativa al deseo que en el comienzo de su gobierno el presidente externó, en el sentido de que si por él fuera, lo desaparecería. Pues seguramente sus cálculos lo llevaron a ver que era mejor hacer del brazo armado del Estado, SU BRAZO ARMADO, no leal a la Constitución sino a su persona.
    Cuando presumió que a sus iniciativas no le cambiaban ni una coma, negaba con ello el derecho humano a los que no se le someten a ser escuchados y destruía de paso la función fundamental del órgano parlamentario, que es deliberar.
    400 mil 156 pesos no son nada para Amlo, el problema es su mentira.
    Cercar, señor Cuitlahuac, la SCJN, no es acatar, la ley, porque en derecho hay instancias jurídicas. Lo que usted hace es de peleador callejero. Tal vez lo sigan sus secuaces, que de esa manera tratarán ďe cubrir su ineptitud, incopetencia y corrupcion, pero sitiar Máximo Tribunal, es propio de bandoleros.