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    Luis Alberto Romero
    Hora cero

    En mayo de 2019, hace cuatro años, Marlon Ramírez rindió protesta como presidente del Comité Directivo Estatal del PRI.

    El partido acababa de salir de un mal resultado en 2018, cuando quedó en tercer lugar en las elecciones estatales. Ese año, como ocurrió en la contienda presidencial, ni siquiera alcanzó el 20 por ciento de la votación total.

    Después de dicho descalabro inició un proceso interno para renovar la dirigencia. Américo Zúñiga había renunciado a dicho espacio de representación partidista y en su lugar, en un efímero periodo, Lilian Zepahua estuvo al frente del tricolor.

    Marlon Ramírez, ex regidor en el Ayuntamiento de Veracruz, llegó a la presidencia del CDE sólo para demostrar que por muy mal que estén las cosas, siempre pueden estar peor.

    Para las elecciones estatales de 2021, ya con Ramírez Marín en la dirigencia, el tricolor se vio orillado a participar en una alianza con PAN y PRD; de otra forma enfrentaría el riesgo de no alcanzar ni siquiera los 15 puntos porcentuales.

    Esa coalición apenas superó el 30 por ciento de los sufragios totales; sólo triunfó en 4 de los 30 distritos en disputa y 21 de los 212 ayuntamientos. Adicionalmente, esta fuerza política logró ganar en 22 municipios más, pero la inmensa mayoría son lugares pequeños y con padrones reducidos.

    En la contienda por las diputaciones locales, el PRI no llegó ni siquiera al 11 por ciento de los votos; si bien se mantuvo como tercera fuerza, su desplome resultó evidente.

    En ese nivel está actualmente el partido que antes de las elecciones de 2016 había ganado en todos los procesos por la gubernatura del estado.

    El problema priista, sin embargo, no sólo son los resultados, dado que éstos son finalmente consecuencia de una deficiente organización.

    Los partidos políticos son organizaciones desprestigiadas y rechazadas por los ciudadanos; y entre todos ellos, el PRI es el más desacreditado; ha descuidado a sus bases; no impulsa campañas de afiliación; no cuenta con operadores de peso; y en algunos municipios veracruzanos ni siquiera tiene estructura, sólo membretes.

    Hay municipios donde las oficinas del partido son inmuebles abandonados donde no se paran ni las moscas.

    En esa realidad, el tricolor en Veracruz está a punto de renovar a su dirigencia y aunque se han mencionado 6 y hasta más nombres de probables aspirantes, lo cierto es que las opciones se reducen a 2 y cuando mucho 3; algunas, con más trabajo y seriedad que otras.

    Lo importante para el partido, a fin de cuentas, es que el nuevo comité privilegie la unidad, los consensos y el diálogo interno; y evite la división que ha prevalecido en la etapa de Marlon Ramírez, quien, por cierto, tiene en su secretario de Comunicación, Ramón Alberto Reyes, a su candidato a sucederle.

    De forma reciente ha trascendido que Ramírez Marín impulsa la figura de Reyes Viveros como aspirante a la dirigencia o a un nombramiento de delegado en funciones de presidente, para dar continuidad a la actual etapa; lo que falta ver es si el CEN toma la propuesta y, sobre todo, si los grupos más importantes del partido en la entidad están dispuestos a aceptar dicho escenario; en caso contrario, lo que se anticipa es una desbandada que convertiría al PRI en algo muy parecido al PRD. @luisromero85