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    Felipe de Jesús Fernández Basilio
    Desde a Janela

    “Ya solo restan un año, cuatro meses y cinco días para que se vaya a … su rancho”

    Recientemente el presidente de la república frustrado por la declaración de inconstitucionalidad llevada a cabo por parte de la #SCJN en relación a diversas leyes y decretos ordenados por él, convocó al pueblo de México para que en el 2024 voten apabullantemente por su partido y así modificar la constitución a su antojo las veces que quiera.


    Sin embargo, esa sugerencia presidencial aparte de ser técnicamente imposible de lograr, tiene una serie de consecuencias altamente perniciosas y un buen ejemplo de ello lo vemos con lo que sucede en el estado de Veracruz.
    Y sí, prácticamente hacia a donde se volteé en Veracruz, se encuentra un poder o un organismo constitucionalmente autónomo totalmente sumiso al gobernador o quienes lo controlan.
    Esa sumisión se dio a través de la colonización, como es el caso del poder judicial, en el que se nombraron prácticamente a todos los magistrados actuales sin tener más mérito que el compromiso de ser leales al gobierno y que en caso de faltar a dicho compromiso, las consecuencias implican la destrucción total del magistrado rebelde; el ejemplo de lo sucedido a Sofía Martínez Huerta debe de estar muy presente en la cabeza de todos los magistrados.
    La sumisión de órganos autónomos también se llevó a cabo a través de la violación flagrante de la ley, siendo ejemplos muy representativos de esto los casos de la Fiscalía General del Estado y del Instituto Veracruzano de Acceso a la información; órganos en los que se les fabricaron delitos a sus titulares legítimos con la finalidad primordial de separarlos del cargo y poner en su lugar a personajes provenientes del gobierno para que de manera espuria desempeñen la titularidad de los organismos.
    Y un último caso del apoderamiento por parte del gobierno del estado de organismos autónomos de da por medio de la destrucción del órgano indeseado para sustituirlo por otro nuevo y desde luego con nuevos integrantes; el sainete de los tribunales de justicia administrativa en donde se remplaza a uno bastante incompetente por otro todavía peor y que además está integrado por magistrados afines al gobierno.
    Fuera de esos casos de apoderamiento, quedan algunos órganos inocuos como la Comisión Estatal de Derechos Humanos que ni siquiera vale la pena tocar debido a la total inexistencia de su desempeño.
    Y mientras el estado está totalmente controlado por el gobierno, paradójicamente el desgobierno es quien impera en la entidad veracruzana y ello es así, porque la inseguridad se encuentra desbordada y el estado es un campo de batalla entre diversos grupos pertenecientes a la delincuencia organizada; la falta de obra pública y los subejercicios fiscales derivados de una mal llamada austeridad republicana se encuentran a la orden del día y con ellos, la falta de servicios económicos en favor de la población más vulnerable; el estado de derecho y la impartición de justicia en Veracruz son prácticamente inexistentes y para rematar, Veracruz es el estado mexicano que capta la menor inversión extranjera directa y esto se debe a la manera tan gansteril con la que se conduce el gobierno estatal.
    Siendo la causa de que Veracruz sea un estado fallido el que todo el poder se concentra en una sola fuerza política y tan lo es así, que el propio líder de la bancada oficialista en la legislatura, dice que no necesita tener más diputados, porque ya tienen la mayoría calificada para cambiar a su antojo la constitución del estado.
    Como bien podemos darnos cuenta, el ejemplo veracruzano es la muestra palpable de lo que sucedería en todo el país, si es que López Obrador lograra cerrar su gobierno con la mayoría calificada en las cámaras que desea tener y ello se debe a que el absolutismo y la imposición son la anatema de la política que se basa en el diálogo y la construcción de acuerdos que beneficien a todos los gobernados.
    Así que para el año que entra, la decisión que tomaremos frente a las urnas es muy simple: o defendemos y restauramos una república equilibrada democráticamente o nos entregamos al absolutismo en el cual los caprichos y las imposiciones privarán sobre cualquier forma de gobierno y con ellos, el desastre será la mara de la casa.
    Como último comentario relacionado con el ejemplo veracruzano, les cometo que mientras la entidad se encuentra con problemas de todo tipo; el gobernador se lleva a sus diputados, a sus magistrados y todos sus títeres a violentar a la Suprema Corte de Justicia y también a intervenir en las elecciones de otros estados.
    Siendo todo eso lo que en un Estado moderno y democrático como lo es el mexicano, se supone que no debe de pasar.
    felfebas@gmail.com
    Twitter: @FelipeFBasilio