Vicente Luna Hernández
Para mi amigo que como una Vela alumbra mi camino
La unidad partidista radica esencialmente en la repartición del poder de manera amplia, diversa, incluyente, representativa, entre los grupos al interior de un partido político desde el ámbito nacional, estatal y municipal, es el respeto a la palabra empeñada, es el reconocimiento al trabajo político y de gestión llevado a cabo y sobre todo, es tener la humidad de sentarse al lado del adversario sin verlo como enemigo.
La unidad partidista no es la repartición del poder solo entre las elites, grupos de privilegio, los más adinerados, los más ruidosos, los protagonistas vacíos, la unidad no es las reuniones con discursos demagógicos, la palabra falsa o la actitud zalamera y lambiscona, la unidad no es presumir la trayectoria de ayer sin acercamientos con las bases hoy.
¿Qué es la unidad partidista? Es la congruencia entre lo que se dice en torno a una mesa y las accione llevadas a cabo, es aislar a quienes se quieren quedar con todas las canicas, aquellos que controlan el auditorio pero no la calles, a quienes añoran las glorias del pasado y reniegan su presente, es escucharse todas y todos viendo a los ojos a su interlocutor y abiertos a todas las propuestas, es tener claro a donde se quiere llegar y para qué se quiere llegar, la unidad partidista es tender puentes sin poner bombas debajo, es delegar, asumir, comprometerse con tareas determinadas y resultados concretos.
¿Qué es la unidad partidista? Es ser ecuánime y sereno en la mesa de acuerdos pero apasionado y vehemente para defender el proyecto en las plazas públicas, la unidad no es platillo lleno de los más variados ingredientes, la unidad es darle a cada ingrediente su propio platillo pero seleccionados para el mismo fin: satisfacer el paladar ciudadano.
¿Difícil de conseguir? Para un político profesional es tarea de todos los días, escuchar, atender, coincidir con beneplácito pero en la diferencia ser tolerantes, al fin al cabo la base de la unidad es lograr el poder para beneficio colectivo: en la comunidad, en el ejido, en el municipio, en la ciudad, en los sectores más diversos que integran el desarrollo de una nación, la unidad es un sueño que aterriza en realidades cuando la sociedad en general lo hace suyo, se compromete y pone todo a su alcance para sentir suya la victoria final.
Pobres de aquellos políticos que hablan de unidad partidista cuando solo presumen tener dinero y no escuchan a sus adversarios ni tienden la mano al que piensa diferente, la unidad no es una cena de amigas y amigos, la unidad partidista es un desayuno de múltiples aliados que tienen el mismo propósito: brindar la fuerza necesaria para lograr cristalizar las tareas asignadas y así, disfrutar la cena.
La unidad partidista no solo es un tema de los arriba, tampoco solo un tema de los grupos intermedios, es una canción que debe ser entonada desde abajo con el toque particular de cada sector social, el mismo contenido pero con diferentes arreglos, la unidad partidista sino lleva la voz de los de abajo, los olvidados de cada partido, será una melodía hecha un susurro.
La unidad partidista debe ser el reflejo del anhelo de las y los ciudadanos de cada partido político para que sea un proyecto abrazados por todas y todos aquellos que han apostado a militar en un partido, pero para que la fiesta sea un total éxito, debe tener sillas y mesas para un invitado y aliado muy especial: la sociedad civil organizada que llegará con sus propios mariachis pero con el mismo fin… un México para todas y todos.
P.D.- Con el ánimo que la unidad partidista sea una foto de líderes pero con base social a los lados…Escribiré otro día.