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    Julio Vallejo
    La línea delgada entre mi opinión y la tuya

    La mayoría de las veces, después de levantarme de la cama suelo sentir que me chillan las tripas, algunas personas comentan que puede ser de “hambre”; pero no le presto mucha importancia, así que salgo a hacer un poco de ejercicio. Creo que es normal que el cuerpo empiece a pedir un poco de alimento para recuperar la energía perdida, y más cuando corres varios kilómetros. Un día al llegar a mi hogar, algo más fuerte que mi sinusitis me indicaba que algo olía mal; por un momento llegué a pensar que era yo, pero al acercarme al refrigerador para tomar un poco de agua fría, me percaté que toda la comida que estaba adentro enfriándose, se echó a perder.

    38 grados con sensación térmica de 40.

    El golpe de calor que sufrió el refrigerador fue tan intenso, que dejó de funcionar; propiciando una incubadora de bacterias y hongos, que al multiplicarse aceleraron la descomposición de mis alimentos; todo esto, sin interesarles que no tengo tiempo para limpiar el interior blanco de ese majestuoso ropero, quien después de ser cómplice del calor pasó a ser testigo, de cómo tiraba cada alimento de la quincena a la basura.

    Sin duda alguna, ya era uno más de la lista de contribuyentes al desperdicio de alimentos y causante de generar, las mil trescientas millones de toneladas al año en el mundo. Éste no era el problema mayor, los alimentos echados a perder empiezan a generar metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono, que daña el suelo y el agua.

    Visibilizar y actuar.

    Y es aquí cuando me atrevería a preguntar: ¿cuántas veces prestas atención a lo que tiras de comida? ¡Y dónde la tiras!

    Qué tan frecuente vas a restaurantes y observas que los comensales dejan grandes cantidades de sobras de alimentos, mismas que no sabemos hacia dónde llegan o qué problema ambiental generan al tirarlos a la basura. Hoy en día así como algunas cosas se reciclan, deberíamos poner atención en la cantidad de comida que se tira; ver la posibilidad de darle un segundo uso.

    ¿La comida puede ir a la composta? ¡SÍ!

    Cabe mencionar que en algunas partes del mundo ya existen leyes que obligan a las empresas a donar alimentos que estén a punto de tirar a la basura; o mejor aún, Corea del Sur está procesando todo ese desperdicio y lo convierte en alimentos para los animales, en fertilizantes y combustibles.

    Y aunque todavía la reducción de desperdicio, no es un asunto de agenda política de algunos países, entre ellos México; hay que reconocer y felicitar a esos países que ya están actuando.

    Sabemos que cambiar de hábitos alimenticios es una tarea hercúlea, pero podemos empezar de casa en casa con formaciones para no desperdiciar; algo que puedes poner en práctica, es servirte porciones más pequeñas y cuando lo termines volver a servir, o en su caso guardar las sobras para comértelas más tarde; y por último, reciclar y  separar la comida que vayas a tirar; así podemos, contribuir a generar menos gases invernadero.

    Por eso te invito a que le tomes foto a la comida que vas a tirar y la subas a tus redes sociales para hacer concientización y te comprometas con el medio ambiente.