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    Alberto Silva Ramos

    Intelectual orgánico en el concepto de Gramsci sería tal vez la manera más adecuada de describir a Don Jesús. Octavio Paz así lo creía, sería él quien lo definiría como un raro ejemplo en el que la teoría y la praxis no se disocian, sino lo contrario: se amalgaman para construir, edificar y, juntas, resistir los embates de la politiquería. Lo que resiste, apoya, sentenciaría en algún momento el propio Don Jesús.
    Don Jesús nació en Tuxpan, Veracruz. Su herencia española como la de miles de Veracruzanos, demostró la riqueza que la inmigración tiene en la educación, la identidad, la riqueza cultural y la expansión del campo de las ideas en este país.
    He tenido la oportunidad de participar en diferentes homenajes y mesas de análisis sobre la aportación de Reyes Heroles a la gobernabilidad del país en los últimos 40 años. No conocí a Don Jesús Reyes Heroles pero tuve la fortuna de que su hijo Federico fuera mi maestro en la FCPyS de la UNAM.
    El consejo que me dio fue sin duda fundamental para aquilatar la enorme aportación de Don Jesús al México Plural que con pasión y vehemencia estamos viviendo. A Reyes Heroles me dijo, lo debe usted de conocer leyendo su obra y discursos. Qué razón tenía.
    Se podría decir que todo se ha dicho sobre Jesús Reyes Heroles. Intelectual, internacionalista, pero sobre todo, un interlocutor eficaz que visualizó la necesidad de aperturar la participación política como vía de expresión y confrontación de ideas.
    Es a su paso por la secretaría de Gobernación que se inicia una reforma política de gran calado para ampliar el número de partidos, así como también los espacios de participación de las minorías en la toma de decisiones de la República.
    Como lo menciona González Pedrero, Reyes Heroles observó la política como acción conciliatoria de opuestos y jamás dejó de insistir sobre los peligros de empujar intereses o alentar cambios por el mero afán de innovación, o de conservar por el temor a cambiar.
    Prudencia fue la virtud que más insistió y la verdad que más repitió. Reyes Heroles insistió siempre en la necesidad que contar con una oposición política que no jugara al todo o nada, sino que participara con base en un acuerdo en lo fundamental: la existencia de la nación y del Estado Mexicano.
    Hoy estamos viviendo un entorno enrarecido y complejo. La política se ha crispado y su lenguaje se encuentra en crisis.
    Ya no vivimos en tiempos de la verdad, sino de la posverdad. Tiempos en los que la velocidad de respuesta es más importante que la calidad y mesura de ésta.
    Tiempos donde la necesidad de expresarnos en las redes con velocidad sustituyen al necesario análisis propio de una respuesta u opinión reposada.
    Es este el momento en donde la figura de Reyes Heroles se agiganta y que su valor en la gobernabilidad presente y futura de México debe ser reconocido y aquilatado.
    Alguien alguna vez dijo que con el tiempo, Reyes Heroles llegaría a ser el Ortega y Gasset mexicano. El logró algo mucho mejor. Logró a su paso por la historia, ser él mismo.