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    Brenda Caballero
    Números Rojos

    “¿Escucharon lo de los chavos de Jalisco? Sí güey. Estuvo feo. Como que ya hay mucha violencia”. Fueron las palabras que intercambiaron tres jóvenes no mayores de 23 años, entre ellos una mujer, que esperaban en la misma fila que yo. Acto seguido empezaron a platicar de las carnes asadas para el próximo cumpleaños de uno de ellos.


    Las dos o tres frases que intercambiaron los jóvenes sobre el panorama actual que se vive, y no precisamente en Veracruz, sino en Jalisco, hace reflexionar varios puntos:
    ¿Por qué referirse a otro estado, cuando en el norte de Veracruz al mismo tiempo se encontraron más de 13 cadáveres en refrigeradores? ¿Acaso nos hemos acostumbrado a la violencia entre grupos del crimen organizado y el factor diferente es que son jóvenes de su edad?
    ¿Se ha viralizado más el caso de Lagos de Moreno que el de Poza Rica?
    ¿Acaso no queremos ver nuestra realidad, que preferimos ver la paja en ojo ajeno, es decir la violencia en el estado ajeno?
    ¿Qué más necesitamos padecer, para que esos tres jóvenes le dediquen más de un minuto al panorama de violencia en que vivimos?
    Hay una parte de la población que está de acuerdo con la viralización de los videos tomados por cámaras de seguridad de los últimos casos en el país, porque han ayudado a capturar a los asesinos o generadores de violencia, como aquella pareja en el Estado de México que fue a amenazar a una maestra porque había reprendido a su hijo; o el tipo que mató a cuchilladas a Milagros Monserrat en León Guanajuato; o el caso del hombre apodado el Tiburón que arremetió a golpes a un joven empleado del Subway; estos hechos han tenido por decirlo así “un final feliz” porque se ha localizado a los culpables, los han capturado y llevado a la justicia… pero en el caso del video circulado supuestamente por el Cártel de Sinaloa, por las siglas “Puro MZ” (Ismael “El Mayo Zambada”) donde aparecen los 5 jóvenes de Lagos de Moreno, el cual no voy a describir, pero que verlo te deja sin palabras y con una profunda tristeza ante el panorama desgarrador que se muestra en él, hay diversas opiniones.
    Al respecto existen sentimientos encontrados por parte de la población, porque hay quienes censuran su publicación en redes sociales por el alto contenido de violencia que muestra; mientras hay quienes consideran que deben mostrarse para despertar conciencia en la población y se empiece a trabajar para cambiar el chip en las nuevas generaciones que ya se han acostumbrado a la espiral de violencia contra mujeres, hombres, niños y población vulnerable y que cada día se recrudece.
    Algo así parece estar ocurriendo en los veracruzanos que llevamos viendo desde hace varios días muertos en congeladores, cabezas colgadas de puentes peatonales, narcomantas con restos de cuerpos humanos y aun así seguimos pensando que no pasa nada, que son hechos aislados o que son disputas entre grupos delincuenciales… O peor aún, los vemos pero le dedicamos unas cuantas palabras de desconsuelo y seguimos con nuestra vida, volteando hacia otro lado, como si no pasara nada, a pesar de los cientos de desaparecidos, los feminicidios que no ceden, los asesinatos a domicilio. Y no, no pretendo ser pesimista, ni ave de mal agüero, pero debemos pensar en hacer algo porque la violencia va en crecimiento y ella no nos dará tregua, no esperemos a que le toque a un amigo, conocido o familiar. Aún hay esperanza, veamos el espejo: A Colombia le tomó 50 años en lograrlo.
    Ojalá que esos muchachos de la fila le dediquen igual o más tiempo a lo que acontece en Veracruz con el mismo énfasis que a las carne asada de un fin de semana.

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