Sergio González Levet
Sin tacto
A las 9 y media de la noche de ayer, por fin Beatriz Paredes Rangel dio señales de vida y mandó a los medios de comunicación, a través de su equipo de prensa, el video de la reunión en la que había estado con los representantes del Consejo Nacional del PRI y con el propio dirigente Alito Moreno, en la que anunciaba su intención de retirarse de la competencia dentro del Frente Amplio por México.
Esa grabación fue hecha momentos antes de que el líder tricolor ofreciera una conferencia de prensa en la que informó que el PRI había decidido apoyar a Xóchitl Gálvez y por tanto dejaba de apoyar a su correligionaria Beatriz Paredes.
La política tlaxcalteca hizo gala de su experiencia y solicitó a las autoridades de su partido que le permitieran a ella dar a conocer su renuncia al proceso, lo que sucedió dos horas y media después de la conferencia priista; dos horas y media en las que se desapareció de la faz de la tierra, después de que era buscada por los más acendrados reporteros… y también por Xóchitl Gálvez, quien en todo momento explayó su apoyo y su respeto a Beatriz.
Falta ahora que la comisión que ha estado organizando la consulta del FAM decida qué es lo que corresponde, cuando se quedaron con una sola candidata, lo que haría superflua la elección presencial de los más de un millón 890 mil ciudadanos que alcanzaron el registro para votar en la elección programada para el domingo 3 de septiembre en todas las cabeceras distritales federales del país.
Como es seguro, el presidente López Obrador debe estar lanzando rayos y centellas desde su mañanera, porque la candidatura de Xóchitl le produce enojo y miedo (que digo miedo, más bien pavor). Ya lo imagino hablando con suficiencia desde su púlpito, protegido por la batería de seudo periodistas comprados que lo arropa cada mañana y se ríe con él hasta de sus chistes más insípidos. Ya lo imagino inventando mentiras en su afán de llegar a las 200 mil antes de que termine el sexenio, todo con el objetivo de ridiculizar a Xóchitl, de acusar a Xóchitl, de amenazar a Xóchitl, de calumniar a Xóchitl, para ver si así logra que ella se retire de la contienda en la que ganará seguramente a su gris y patética corcholata que en un momento pudo haber llevado al poder para que le cuidara las espaldas; a él y a sus hijos y su esposa, a sus familiares cercanos, a sus colaboradores inmiscuidos en tanta corrupción, a sus funcionarios que permitieron tantos desmanes legales.
Beatriz Paredes se ha bajado y seguramente ya debe haber conversado con Xóchitl Gálvez. Son dos mujeres preparadas, experimentadas, valerosas que seguirán juntas el camino de la resurrección de México, en el que harán falta tantos expertos y especialistas, porque la hazaña será inmensa.
Y junto a ellas, 30 o 40 o 50 millones de mexicanos no fanatizados ni comprados.
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