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    Ignacio Álvarez
    Pluma Negra

    Marcelo Ebrard Casaubón todavía es una piedra en el zapato dentro de Morena, pero también corre el riesgo de la autodevaluación en la organización política de sus sueños. El ex canciller se encuentra atrapado en su decisión política que hoy deberá definir y que solo tiene dos opciones; aceptar la designación de Claudia Sheimbaum y al Presidente como el jefe vigente de Morena o apoyar a la oposición para despedir a la 4T. Una tercera opción es una candidatura solitaria para enterrar su carrera política.

    Anoche entregó su impugnación ante la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena para exigir la reposición del proceso interno, a sabiendas de que eso no es posible en la 4T. Marcelo Ebrard fue el único que creyó en el proceso interno limpio, las demás corcholatas sabían a qué jugaban y al igual que en el viejo PRI han acudido sumisos al besamanos con la candidata.

    El ex canciller valora su condición de rebelde, en Morena no hay mucho de interés para él, alinearse con su ex jefe, el presidente, devaluaría su capital; además de que muchos de sus seguidores ya lo abandonaron, por ejemplo en Veracruz, sus promotores ya presumen fotos con Claudia.

    Este lunes, Marcelo Ebrard debe asestar un golpe político y mediático de gran fuerza, demostrar su Independencia y autonomía que presumió en los últimos años para ser un factor inteligente de cambio o sumarse y sumirse en las corrientes sucesorias de Morena, que él mismo califica como turbias.

    El valor de Marcelo Ebrard no es poco, ocupó en las encuestas oficiales de Morena el segundo lugar, en una realidad oculta pudo haber ganado; además es quien mantuvo la relación diplomática y en paz con los Estados Unidos y el único con valor para tratar de hacer efectivo el discurso democrático de Morena.

    Este lunes, Ebrard está a punto de tomar una decisión importante en su vida política, ser obediente con el Presidente y obedecer la instrucción pública de la mañanera o demostrar que tiene capacidad para defender lo que piensa.