Felipe de Jesús Fernández Basilio
Desde a Janela
“Ya solo restan un año y un día para que se vaya a … su rancho”
Cómo quisiera que el título de este texto fuera una loa para homenajear el abatimiento de la pobreza en el sur-sureste del país y poder decir que Chiapas por fin alcanzó el desarrollo de Nuevo León.
Claro, de acuerdo a las características físicas y culturales de entidades tan opuestas en casi todo; pero que se hubiera elevado el ingreso per cápita del chiapaneco al nivel del neoleonés y que el estado del sureste tuviera servicios públicos y privados al nivel de los es que tiene el del noreste.
Ya que ese, se supone que era el objetivo ofrecido por la que se auto denominó como la cuarta transformación de México, bueno, eso era lo que decían cuando fueron electos y formaron gobierno y ahora que están a un año de irse, se esperaba por lo menos una disminución importante en la brecha que separa el grado de desarrollo de ambas entidades.
Por desgracia, esa promesa (al igual que muchas otras) nunca se cumplió y por eso, con mucha razón, podemos decir que el gobierno que está por terminar es el de la transformación que no fue.
Aunque si somos honestos, debemos de reconocer que el gobierno de la transformación que no fue, sí igualó a ambas entidades; pero las igualó en inseguridad y abandono por parte de la autoridad soberana del “Supremo Gobierno Federal”.
Y es que, en ambas entidades la violencia criminal ha aumentado de una manera descomunal, tan es así que se dice que Chiapas nunca había tenido el nivel de criminalidad que hoy en día tiene y que Nuevo León se ha visto muy afectado desde que en el 2019 el presidente retiró a la marina, la cual había dado seguridad por más de una década a esa entidad.
Así es, Chiapas y Nuevo León, al igual que muchas otras entidades, reflejan el fracaso del gobierno en garantizar seguridad a la población, fracaso que no se da por el simple hecho de que se lleven a cabo los hechos criminales, sino que se da por la indolencia deliberada mostrada por la autoridad frente a esos hechos.
Ya que, francamente es inconcebible que se inunde de cadáveres mutilados la zona metropolitana de Monterrey y se mande un contingente simbólico de las fuerzas de seguridad para “patrullar” por tiempo limitado y sin autorización para buscar, encontrar y presentar ante la justicia a los psicópatas (no se les puede llamar de otra manera) perpetradores de semejantes atrocidades.
Y lo que sucedió en la frontera de Chiapas y Guatemala, en donde pueblos enteros aclamaban a un grupo delictivo porque los liberaba de otro grupo de la misma calaña ante la ausencia total del Estado mexicano, resulta fuera de toda lógica para un Estado moderno como lo es el mexicano.
El crimen organizado pelea en nuestros campos, en nuestras ciudades, en nuestras sierras; también mata a nuestros jóvenes o los secuestra para reclutarlos en sus filas o tratar a las niñas y muchachas, cobra extorsiones con una eficacia con la que el SAT ni siquiera sueña, destruye familias, poblados y controla regiones enteras.
Y lo peor es que todo eso sucede ante la mirada indolente de las autoridades, quienes se niegan a disponer de la fuerza pública para imponer el orden, ya que según ellos son “diferentes” y no van a imponerse por la fuerza ante los delincuentes que son seres humanos y, a decir del presidente, merecen todo el respeto.
Y para colmo, nos dicen que el sur se está beneficiando de las obras faraónicas (refinería y trenes), las cuales han llevado esa zona una derrama económica nunca antes vista, lo cual es parcialmente cierto, porque quién sabe si lleguen a concluirse y sean rentables, pero su caprichosa construcción sí ha generado empleos.
Pero más allá de que haya una derrama económica parcial y temporal, ¿De qué sirve que haya un poco más de dinero, si se vive en un pueblos y territorios sin ley o si ese dinero va a parar en el pago de extorsiones y rescates a los delincuentes que ahí mandan?
No, no permitamos que nos den espejitos, las pequeñas ganancias temporales no sirven de nada si no hay seguridad; ya que, si no hay seguridad, no hay las condiciones para su real disfrute.
Y aquí mencionamos a estas dos entidades, porque a pesar de sus evidentes contrastes, han sido igualadas en la inseguridad que sufren debido al mal gobierno que tenemos en la república y por lo mismo, hay muchas más entidades en la misma situación.
¿Quieren y aguantan otro sexenio así?
felfebas@gmail.com
Twitter: @FelipeFBasilio