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    Julio Vallejo
    La línea delgada entre mi opinión y la tuya

    Pican, pican los mosquitos, pican con gran disimulo, unos pican en la cara y otros pican en el… cuando yo era chiquitito me llevaron a un pantano.

    Cada que escucho esta canción, me recuerda cuando trabajaba de albañil en Loris, una ciudad situada en Carolina del Sur, Estados Unidos. Cerca de un pantano se construía una universidad. Ahí, con casco, guantes y bajo un calor abrasante de 41 grados, sin contar la sensación térmica.

    En ese lugar, hacía mucho calor, había muchos mosquitos picando con madre. La expresión es porque traspasaban la ropa. Recuerdo aquel día que salí del trabajo bien cacheteado, ya que cada que me picaba un mosco, me sorrajaba una bofetada.

    Fue tanto el estrés de todo el día, que cuando llegó la noche y ya dormido, me seguía pegando de cachetadas sin que hubiera moscos. Siempre tuve la idea de que picaban sin importar el sexo. Pero cual sería mi sorpresa años más tarde descubrir que solo las hembras lo hacen, pues necesitan la proteína de la sangre para producir sus huevos.

    Sin duda alguna la urbanización y el cambio climático han tenido enorme impacto en la propagación del dengue, enfermedad que el mosquito transmite cada vez que pica. Conocido también como fiebre de rotura de huesos, el virus silencioso pone en alerta a las organizaciones mundiales de salud ya que en más de 130 países reportan el padecimiento. Más de 70 mil muertes en años recientes, una epidemia que está creciendo rápidamente en el mundo.

    La expansión del dengue a los países tanto ricos como pobres requieren respuesta inmediata. El impacto que tiene en el mundo ha superado las cifras de los años anteriores donde también el contagio de la chikongunya va en aumento. Cabe hacer mención que el mosquito también es un trasmisor de otro tipo de enfermedades como el zika, la malaria y la fiebre amarilla.

    Brotes explosivos, evolución en riesgo.

    Aproximadamente la mitad de la población mundial está actualmente en riesgo de contraer dengue, ya que cada año se producen entre 100 y 400 millones de infecciones y se propaga a nuevas zonas.

    Por si esto fuera poco, no existe un tratamiento específico para el dengue y lo que es peor, los insecticidas que se usaban hace unas décadas ya no son eficientes para acabar con ellos. Los mosquitos cada día que pasa se adaptan, es decir, desarrollan y evolucionan su resistencia a la clase de insecticidas utilizados por años.

    No obstante hago mención que no hay que perder de vista ni dejar en el aire que así como en otros países pasan por este tipo de contagios, históricamente podríamos enfrentar otro tipo de enfermedades por transmisión de mosquitos en nuestro país.

    Las autoridades deberán atender la situación ante nuevos casos epidemiológicos y no seguir perdiendo el tiempo. Por lo visto, los mosquitos evolucionan rápidamente mientras que las autoridades se siguen cacheteando solos, pensando a quien seguirle chupando la sangre.