Alejandro Bustos
Sinapsis
Su candidatura lleva semanas en caída libre y, dentro del FAM, no parece importarles demasiado. Después de todo, los presidentes de los partidos ya tienen garantizado un lugar en el Senado o en la Cámara de Diputados para la próxima legislatura, por lo que, al final del día, les da igual si el proyecto fracasa. O al menos eso aparentan.
Hace algunas entregas, desde este humilde espacio, me he permitido hacer la observación de que la cosa pintaba fea y no ha habido nadie capaz de darle un giro.
Para arrancar el mes de octubre, justo cuando se apaciguaba un poco el escándalo de su presunto plagio, el diario El Universal presentaba un sondeo muy malo para su campaña: 30 puntos por debajo de Claudia Sheinbaum. Al no tener un vocero oficial que se muestre eficiente para responder de manera brillante y parar en seco los ataques, sus hordas en redes sociales, alentadas por su chanacanería característica, se dedicaron a descalificar el sondeo de la misma forma que hicieron con los que aparecieron unas semanas atrás elaborados por el diario español El País. Insisto, han pasado ya tres semanas, y los resultados siguen siendo muy similares: Xóchitl no solo está estancada, sus negativos están en aumento.
Lo que se infiere es que no está consiguiendo convencer a un gran número de indecisos que probablemente ya hayan decidido el sentido de su voto u optar por el abstencionismo.
Pero si todo lo anterior le pareciera poco, ayer cometió el que, para mí, es el error más grave en lo que lleva de su campaña: dejar plantados, sin razón aparente, a varios líderes empresariales durante la Reunión Anual de Industriales que tuvo lugar en León, Guanajuato. Su asistencia estaba confirmada y los empresarios fueron citados a las 10:00 am, para encontrarse con la desagradable sorpresa de que la candidata, de plano, no haría acto de presencia después de varios minutos de retraso.
Esta indiferencia, para algunos inexplicable, para mí tiene una lectura muy evidente: ya bajaron los brazos.
Similitudes con el 2018.
Hace cuatro años, durante el proceso electoral del 2018, me tocó estar muy cerca de la campaña para gobernador de Pepe Yunes. Recuerdo perfectamente que en aquel entonces el ambiente entre todos los que participamos de manera directa o indirecta era el mismo: resignación. En ese momento faltaban 4 meses para la votación, pero, de antemano, estábamos plenamente conscientes de que era una pérdida de tiempo porque la elección no se sentía, se SABÍA perdida. Estoy convencido de que gran parte de esa apatía, también, te la transmite el candidato; en ese caso concreto creo que Pepe, al ser un hombre con una larga trayectoria en la política, entendía que en ese punto de la película no había nada que hacer. Quizás eso explica, en parte, que quedara en tercer lugar.
Eso sí, había una sola persona, quizá la única, que precisamente por su ritmo de trabajo y carácter se lo tomaba muy en serio. Estoy hablando, por supuesto, del que era su coordinador de campaña: Héctor Yunes.
Las giras de trabajo con él eran, literalmente, de 24 horas porque si hay algo que debo reconocerle es que no se detenía, si acaso, más que para dormir y comer. Había momentos en los que su rol era únicamente el de acompañar a Pepe a algún evento en cualquier parte del estado, y justo con el mismo tipo de desaire como el que le hizo Xóchitl el día de ayer a los empresarios en Guanajuato, y sin justificación de peso, de última hora el candidato oficial cancelaba su asistencia, por lo que Héctor tomaba su representación de emergencia. Y no, no es un error de redacción; efectivamente me refiero a él como el candidato oficial porque el famoso tozudo parecía el candidato real. O al menos es lo que la gente le decía.
Siendo una persona que repara hasta en el más mínimo detalle, había ocasiones en las que llegaba a un evento de 500 personas o más, y no se detenía hasta saludar a cada uno de los asistentes, platicar con ellos y estar siempre atento sus necesidades, por lo que la gente lo aclamaba y pensaba que era el candidato.
Justamente eso es una de las muchas cosas que le están faltando a Xóchitl: una figura que la sepa guiar y, sobre todo, no la deje sola. ¿Alguien ha vuelto a ver al comodino Santiago ‘Poca Energía’ Creel? Se supone que es su coordinador de campaña, pero al destacar por su ausencia no me extrañaría que también haya decidido bajarse del barco tan prematuramente.
Se sabía que la carrera la empezaba con desventaja, pero ya llevamos dos meses desde que el Frente, en su muy accidentado proceso de elección interna, decidió nombrar a Xóchitl representante de la alianza opositora, y su candidatura se encuentra alarmantemente en picada. Se nota una total desorganización y su mensaje parece no llegarle a nadie más que a su círculo fijo de seguidores; o sea, está hablando para las mismas personas de siempre.
Como he mencionado en columnas pasadas, las crisis en las campañas políticas son naturales, pero se resuelven y se pasa página, situación que no está ocurriendo frente a un estancamiento sumamente delicado.
Quedan todavía 8 meses de campaña y creo que lo más sensato sería sustituir a la exdelegada de la Miguel Hidalgo. Su plataforma ahora mismo no es competitiva; dicho de otra forma, si no es capaz de darle la vuelta a una situación que la tiene inmóvil desde hace 3 semanas y que no ha hecho más que empeorar, ¿cómo se espera que llegue al 2 de junio de 2024?
Los dirigentes del FAM tendrían que pensar en la famosa frase atribuída a Alexander Pope «es de sabios rectificar», pero me temo que ser sabios no es precisamente una cualidad que destaque de ellos.
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