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    Alejandro Bustos

    Sinapsis

    Sin duda fue la noticia del día y quizás de la semana. La abrupta renuncia del Ministro Mascota (como le apodan en las Redes Sociales) a la SCJN, tomó por sorpresa la agenda política nacional; a tal grado, que el escándalo de los paquetes de Segalmex (repletos de metanfetaminas que aparecieron en Hong Kong) a duras penas y alcanzó titulares en los medios de comunicación.

    Lecturas hubo muchas, pero que a lo largo de la jornada se fueron desechando. De inicio, se habló de la posibilidad de que este movimiento se diera en el marco de un potencial enroque que le permitiría integrar parte del próximo gabinete de Claudia Sheinbaum si es que ésta gana la presidencia de la república; sin embargo, rápido se descartó esta posibilidad debido a que el expresidente de la SCJN está impedido por ley. Según el artículo 101 de la Constitución, se establece que un exministro de la SCJN no puede ser Fiscal General, Secretario de Estado, Diputado, Senador o Gobernador antes de dos años de concluir su función como juzgador constitucional; o sea, no puede aspirar a ningún cargo de elección popular, ni puede ser nombrado en ningún encargo federal o estatal, lo que hace que tenga menos sentido su salida.

    Después, se llegó a especular que su función principal sería la de ser artífice de la propuesta para rediseñar por completo el sistema judicial, justo por el que suspira Morena. Muy poco tardaron en darle razón a sus críticos porque ni una hora había pasado desde que hizo pública su renuncia a través de su cuenta de X (antes Twitter), cuando la propia exjefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, presumía con bombo y platillo una foto con Zaldívar aludiendo a una reunión en la que “acordaron trabajar juntos para avanzar en la transformación del país”. Más claro, ni el agua.

    ¿La continuidad de la 4T peligra?

    Muchos analistas coinciden en que esta fue una orden directa del presidente Obrador, con la intención de que Zaldívar dejara su cargo desde ahorita, y pudiera nombrar a un reemplazo afín a la 4T, con AMLO todavía en el poder. Pero lo que genera dudas es ¿por qué precipitarse justo en este momento? Algunos parecen entender que, indirectamente, López Obrador está mandando un mensaje de preocupación. Y es que el intentar agandallarse al sustituto de Zaldívar, siendo él todavía presidente, es porque quizás, en su cálculo político, piensa que no le den los votos para ganar las dos cámaras legislativas; por lo que pretende tomar precauciones con mucho tiempo de anticipación.

    Aunque aparentemente la oposición saldrá en bloque a frenar cualquier terna que proponga el titular del ejecutivo, según marca la ley (artículo 96 Constitucional), el protocolo consiste en que el presidente puede mandar al Senado hasta dos veces dos ternas distintas; si ambas fueran rechazadas, entonces él automáticamente designará al nuevo ministro que sea de su agrado.

    Lo que en realidad sería justo, como varios comentaristas apuntaban, es que el reemplazo sólo sustituyera a Zaldívar de aquí hasta que termine su encargo actual (al expresidente del Poder Judicial le quedaba poco más de un año en el encargo; concluye en 2024) en vez de que un nuevo ministro llegue a ocupar un nuevo periodo de hasta 14 años, que además será sembrado por el presidente en turno.

    Principal objetivo de la oposición: Congreso de la Unión.

    López Obrador se muestra confiado respecto a la elección del año que viene. Sabe que la operación política que montará desde Palacio Nacional, ayudado de los gobiernos estatales afines, le van a facilitar mucho la tarea de cara al ‘24. Las encuestas, al menos de momento, también parecen abonar a ese relato debido a que Xóchitl sigue estancada y muy atrás, respecto a la candidata oficialista; por lo que es muy probable, si no ocurre un milagro, que la exregenta de la CDMX se convierta en la primera presidenta de México.

    No obstante, y como mencioné líneas atrás, su verdadera preocupación probablemente recae en el Congreso de la Unión (Cámara de Diputados y de Senadores). Ya en las intermedias del 2021 hubo un importante cambio de paradigma respecto a 2018 y la tendencia de la participación ciudadana va al alza. Es por ello que es necesario que la oposición se tome muy en serio la selección de los candidatos a las legislaturas locales, federales y gubernaturas. Si al final del día Sheinbaum termina ganando la elección, será irrelevante porque si no tiene una mayoría calificada en ambas cámaras, su gobierno estará destinado al fracaso, ya que no podrá sacar adelante ninguno de sus potenciales proyectos macro que sean distintivos de su gobierno, ni podrá continuar con las ocurrencias que le siga mandando López Obrador. La oposición unida podría evitar reformas constitucionales, tumbar algunas refinerías, negarle presupuesto y obstaculizar nombramientos, entre muchas otras posibilidades, convirtiendo la primera parte de su sexenio en ingobernable

    Es crucial que el FAM se aboque a ello; máxime, con las señales de evidente preocupación que ayer mandó López Obrador a la opinión pública, haciendo renunciar a Zaldívar y mandándolo al equipo de campaña de su candidata.

    Pero, para ello, forzosamente tienen que escuchar las voces de la sociedad civil, a través de miles de organizaciones que están dispuestas a invertirle tiempo y dinero a la campaña; así como seleccionar a los perfiles más competitivos en cada distrito electoral.

    Morena parte con la desventaja de que AMLO ya no aparecerá en la boleta del año entrante, por lo que sus candidatos ya no se pueden confiar a hacer campaña de café como hicieron en 2018 aprovechando la coyuntura del famoso ‘efecto peje’.

    La renuncia de Zaldívar y la estrategia de la 4T ciertamente plantean un nuevo desafío para la oposición. Pero es positivo, entendiendo que la principal apuesta del FAM sea alcanzar la mayoría legislativa en el Congreso de la Unión, donde pueden marcar la diferencia y contrarrestar el poder del oficialismo.

    La lucha legislativa es el único camino hacia un contrapeso efectivo.

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