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    Maribel Ramirez Topete
    En el Congreso de Veracruz, la lucha por las causas debe trascender las barreras políticas, convirtiéndose en una genuina representación de la voluntad ciudadana. Sin embargo, lamentablemente, en muchas ocasiones, estas importantes cuestiones se convierten en botín político, eclipsando el propósito primordial del proceso legislativo: servir al bienestar de la sociedad.
    La esencia misma de la democracia moderna radica en el respeto a los procesos legislativos, donde la deliberación y el dictamen conforme a la ley orgánica deben prevalecer sobre las disputas partidistas. El silencio legislativo, por otro lado, no solo es perjudicial, sino que va en detrimento de la ciudadanía, los verdaderos dueños de las causas.
    En un momento en que la igualdad de género y la equidad son imperativos éticos, la ética feminista exige un reconocimiento más profundo y un esfuerzo constante para borrar las resistencias que persisten en la historia. ¿Cómo podemos avanzar hacia una sociedad justa y equitativa si las causas que deberían unirnos se convierten en campo de batalla político?
    Las mujeres han sido históricamente marginadas y olvidadas en los relatos oficiales. La ética feminista exige no solo el reconocimiento de sus contribuciones a lo largo de la historia, sino también la eliminación de las resistencias que persisten en la democracia moderna. ¿Cómo podemos hablar de igualdad cuando las mismas resistencias que perpetúan la exclusión histórica encuentran espacio en nuestros procesos legislativos?
    La representación genuina de las causas en el Congreso de Veracruz debe basarse en el diálogo respetuoso, la colaboración y la búsqueda del bien común. La sociedad no puede permitirse que las causas, que deberían ser la fuerza impulsora de la legislación, se conviertan en peones de ajedrez en partidas políticas.
    Negar o minimizar la autoría de una iniciativa legislativa no solo afecta al legislador individualmente, sino que también socava la confianza de la ciudadanía en el sistema político. Cuando las ideas son presentadas como propias sin el debido reconocimiento, se distorsiona la verdad y se debilita la integridad del proceso legislativo.
    En última instancia, el Congreso de Veracruz tiene la responsabilidad de liderar con ética y visión, reconociendo que las causas no pueden ser botín político. Solo a través del respeto al proceso legislativo y la verdadera representación de las necesidades de la ciudadanía, podemos ser representantes genuinos. Por lo pronto estoy segura que habrá Registro de Obligaciones Alimentarias para el estado de Veracruz.