Julio Vallejo
La delgada línea entre mi opinión y la tuya
En un clásico restaurante del centro de aquel Pueblo Mágico, tomaba un rico café a pierna cruzada sin perder la clase. Mientras el vapor de la bebida nublaba mis anteojos, las yemas de los dedos se dejaban acariciar por lo caliente de aquella taza blanca, la cual no era tan fina pero sí elegante. A cada sorbo dado, un sabor agridulce dejaba y más cuando observaba a los comensales.
La pandemia cambió los códigos de vestimenta. Nos relajamos a tal punto -y de paso contagiamos al guardarropa- que sudaderas y pants, suplieron códigos de vestimenta como el Bussines Formal o el Bussines Casual, entre otros.
No nos quedó de otra más que adaptarnos y conforme pasa el tiempo, pareciera que las fachas de la moda urbana lo único que dejaron fue que se perdiera lo femenino de la mujer. ¿Tú qué opinas?
El consumismo y la mercadotecnia en estos momentos te harán retroceder a los años sesentas, dejando atrás la moda aesthetic que utilizaste en pandemia y empezarás a colgarte de la tendencia Coquett, una moda disque nueva que brota como botón de flor del jardín de la abuela lleno de colores suaves.
El despertar o el retorno de la moda Coquett hace que moños, calcetas con encajes, accesorios y maquillaje sutil, salgan con la finalidad de la hiperfeminización. Incide para que retornen valores estéticos tradicionalmente asociados a la mujer. Lo Coquett busca destacar la parte más femenina sin llegar a sexualizarla o infantilizarla.
Carolina Herrera, gurú de la moda, menciona que la ropa puede ser la herramienta para expresarnos y mostrar nuestra personalidad.
La nueva clase política perdió formalidad no solo en su código de vestimenta, sino en el respeto a la investidura, desgastando aún más el establishment que está a punto de renovarse.
Si bien en la moda todo tiene su momento y su lugar, en política fondo es forma y las casualidades no existen.