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    Salvador Muñoz
    Los Políticos

    Jorge Mallard me dio a conocer la Jarana… venía de los Tuxtlas y como la Jarana, era puro música… tenía una chispa propia de los sones que arrancaba al rasgar las cuerdas y yo trataba de seguirlo en aquel salón de la Facultad de Letras… sin saberlo, había tenido mi primer encuentro con el son jarocho.


    Casi una década después, antes del fin de siglo pasado, Molotov lanzaba un sencillo llamado “El Mundo” y en Veracruz, unas voces se alzaron reclamando su autoría… era Mono Blanco.
    Este jueves, Gilberto Gutiérrez Silva recibió la medalla Adolfo Ruiz Cortines en el Congreso local, por su lucha y cruzada por así decirlo, por mantener con vida el Son Jarocho, sea por talleres, por la música, por el fandango… toda una vida rasgando las cuerdas y dibujando la tarima junto con otras almas como Andrés Vega, Tereso Vega, Ramón Gutiérrez, Octavio Vega, Patricio Hidalgo, Arcadio Hidalgo (el último trovador negro), Juan Pascoe…
    Gilberto de cierto modo, fue en el Congreso local, la voz de los anterior citados y algunos y algunas que me faltaron, porque es cierto, mujeres hubo que influyeron y fueron parte medular para que el Son Jarocho hoy todavía sea una realidad no sólo en Veracruz, sino en distintos puntos del mundo, donde Mono Blanco ha estado, no sólo con la música, no sólo con el baile, sino hasta con la laudería…
    Entre esas mujeres está Doña Cata, mujer leyenda que alguna vez Yayo Gutiérrez me la citó cuando le dijeron que la señora estaba alborotando al pueblo para impedir que el Gobierno del Estado trasladara a Xalapa una Cabeza Colosal… es que Doña Cata bien agarraba la jarana que la escopeta…
    El Son Jarocho, su baile, su música, el fandango, llevan años luchando por no morir ante la tecnología, ante el “desarrollo”, ante los cambios… allá por los 70s, cuando a los pueblos del Sotavento entró la “modernidá”, la gente empezó a bailar pegadita, agarrando la cintura, y la galantería del zapateado perdía ante el embate de una “Pollera Colorao”… la Cumbia y su sensualidad iban ganando espacios… el arpa, la jarana, la guitarra y el violín del Sotavento perdían terreno incluso, con la modalidad del mariachi… y no obstante, Mono Blanco, el Sonero, el decimero, el fandanguero, se negaban a morir… quizás hubo un momento en que se agazaparon… pero no murieron.
    El nacimiento del IVEC con Ida Rodríguez Prampolini, a finales de los 80, dio un respiro al Son Jarocho con la creación del Departamento de Música Popular…
    Este jueves, en el Congreso, Gilberto Gutiérrez Silva hizo un justo reclamo a las autoridades municipales y de paso, al Congreso, cuando cuestionó el porqué es fácil desprenderse de 10 millones de pesos para un grupo musical que su mensaje es misógino y violento, mientras que para los grupos culturales, les duelen 100 mil pesos.
    No vayamos tan lejos… las escuelas perdieron el gusto por la música y bailes regionales para dar paso al reguetón, el perreo y otros géneros, menos lo nuestro.

    Te juntaste al Mono Blanco
    Por andar en la paseada
    De piñas perdiste un tanto
    Pero ganaste en versada
    De sones tejiste un manto
    Con toda esa muchachada

    Saliste en un coche urbano
    A recorrer la nación
    Todo el país mexicano
    Toda su demarcación
    Y por falta de un aeroplano
    No llegaste hasta Japón

    Estos versos dedicados allá por los 80 a Arcadio, hablaban de esa cruzada de Mono Blanco ya no por Veracruz, sino por todo el país, para mantener vivo al Son Jarocho… Este reconocimiento a Gilberto Gutiérrez Silva habla de que el Son Jarocho está vivo, pero también de que no lo dejen morir nuestras autoridades, nuestras escuelas, los viejos, los jóvenes… porque no basta una medalla, como bien lo dice Mono Blanco en estos versos…

    El mundo se va a acabar
    El mundo se va a acabar
    Si un día me has de querer
    Te debes apresurar…