Felipe de Jesús Fernández Basilio
Desde a Janela
Se percibe la caída
“Ya solo restan siete meses y veinte días para que se vaya a … su rancho”
La caída de la transformación que no fue se palpa en el ambiente y no me refiero a lo que dicen las cada vez más desprestigiadas encuestas, tampoco a lo que dice la ciudadanía de a pie (a pesar de que ya se perciben muchos indicios de desencanto en varios de sus sectores), ni mucho menos me refiero al discurso obligado de la militancia formal e informal de las oposiciones, ya que ese es su discurso obligado.
En donde es evidente la percepción del inminente final de la transformación que no fue, es precisamente al interior del mismo gobierno que encabeza, de su candidata y de su partido.
Si observamos con cuidado los últimos acontecimientos emanados de los gobiernos federal y estatales de MRN y de la campaña de Sheinbaum, nos podremos dar cuenta de que viven una especie de locura propia de quienes niegan el final inminente llevando a cabo actos fuera de toda realidad.
Y así tenemos a un presidente que por el simple transcurso del tiempo ha perdido gran parte de su poder y, sin embargo, en un salón de museo se sienta como rey, con todo y reina al lado, y en ese evento privado proclama todo un programa de gobierno cuando no tiene ni el tiempo ni la fuerza política para siquiera comenzar a cabildearlo.
Si lo hubiera hecho al principio de su administración el hecho sería relevante y tendría todo el sentido del mundo, pero hacerlo al cuarto para las doce y, peor aún, con quien supone que va a sucederlo ya ungida como candidata del gobierno, resulta simplemente un despropósito carente de toda seriedad.
Y por favor, díganme ustedes amables lectores ¿Cómo puede ser serio proponer todo un programa de gobierno, cuando sabes que no vas a estar al frente para instrumentarlo?
Tanto el discurso como el acto que llevó a cabo el presidente no es más que pura pirotecnia engañabobos, un sueño irrealizable y un despropósito, porque como ya comentamos, solo deja las ideas y a ver quién las retoma; ya que cuando pudo, no lo hizo.
Por otro lado, el discurso con el que presentó sus irrealizables iniciativas es una pieza que representa a cabalidad la clase de locura con que se empezó este texto y es que el presidente habló de la 4t de los mil años; ya que, según su dicho, las reformas que presentó iban a ser imposibles de revocar si su movimiento perdía el poder.
Con eso, aparte de pasar por alto que en una democracia tanto los tiempos como las necesidades cambian y que, por ello, ninguna política por muy buena que sea en determinado momento es eterna, también deja prácticamente fuera de combate a su propia candidata, porque si ya él dio el programa milenario, ésta ya no tiene nada que hacer ni que ofrecer.
Y esto es así, porque si observamos con detenimiento la campaña de Sheinbaum, fácilmente veremos que se trata de un velorio ambulante; ya que, a la falta de carisma natural de la candidata, ahora le sumamos la falta de un programa propio y eso convierte a su campaña en una nulidad, ya que nunca se ha visto a un candidato del partido en el gobierno que no tenga nada que ofrecer y/o que corregir.
Así no se pueden ganar unas elecciones, ya que siempre hay algo en lo que innovar o simplemente mejorar; pero si no se ofrece nada al elector, no hay siquiera razón para postularse.
Y eso en su fuero interno bien lo sabe ella, y tan lo sabe, que lo denota; sus actos son desangelados y Sheinbaum solo atina a repetir con una vocecita dizque pedagógica a unas personas a las que creé párvulas, los supuestos logros del gobierno de quien la puso ahí y así mismo es incapaz de presentarse en un foro hostil por la sencilla razón de que no existe, ya que es tratada y conducida como un mero apéndice de López.
Pero los delirios ante el final no paran ahí, también vimos a una secretaria de gobernación que al borde del llanto entregó al poder legislativo los proyectos de reformas que nacen muertos y sin conducción, pero ella creía estaba llevando a cabo la mejor actuación de su vida.
En Guerrero, un estado azotado por la naturaleza y, peor aún, por el crimen organizado (esa expresión natural de parte del pueblo que tanto alaba el presidente), su gobernadora tranquilamente da un “concierto” en una plaza pública como si no tuviera nada en qué ocuparse.
En fin, la locura propia del final inminente es la marca de la casa en estos meses de Hidalgo y eso es una muestra de que nadie mejor que ellos mismos saben que han fracasado y que van a salir muy pronto y por la puerta de atrás.
Twitter: @FelipeFBasilio