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    Miguel Ángel Gómez Ruiz

    Contrapunto

    El triunfo de López Obrador en 2018 tuvo que ver con el cansancio del votante, además de la decepción y la pobreza en que muchos vivían –y viven aún-.

    No es ninguna mentira, inclusive, dejaron volar su imaginación al creer que los expresidentes, entiéndase Echeverría, Zedillo, Fox o Calderón podrían ir a prisión si los mexicanos lo plasmaban en una consulta. No olvidemos que, gracias a un puñado de mexicanos, muchos de los cuales jamás han volado en avión, ni lo harán, decidió que no debía seguir la construcción del aeropuerto de Texcoco, pese a que ofrecía modernidad y distinción. Jamás se presentó alguna prueba contra un mal manejo de recursos.

    E inclusive, el presidente eliminó una serie de fideicomisos, ante la alegría de sus seguidores, para invertirlo en las pensiones y el recurso que se da a muchos mexicanos pobres –adultos mayores, madres solteras, estudiantes desde primaria hasta universidad, etc.-, pero jamás probó que hubiese corrupción y un mal manejo de los mismos.

    El presidente siempre ha utilizado ese ejercicio, llamado Mañanera, para promoverse, burlarse o victimizarse. Casi nunca ha informado nada y todo lo que pasa en México, bueno o malo, gira a su alrededor. Obvio, si es bueno lo destaca como si fuera un extraterrestre y si es malo, hasta llora de la desesperación y busca conmover a quienes siempre ha utilizado de pretexto, los pobres.

    Pero ya moverse en aguas tan peligrosas como hacer creer que está encima de la ley y la Constitución es otra cosa. Eso jamás va a ocurrir, por más que sea su deseo. El presidente López jamás va a estar por encima de la ley, por encima de la propia Constitución que ha cuidado nuestra Democracia por tanto tiempo. Podrá ser escandaloso y tratará de imponer su postura y antidemocracia, pero eso, estoy seguro, no lo avalarán ni sus simpatizantes.

    Si hay algo que nunca ha ocurrido –y difícilmente ocurrirá- es que el mandatario o alguno de sus gobernadores se sienten a dialogar con representantes de otros partidos o empresarios mexicanos. No hay duda, sí tiene a sus empresarios favoritos, no olvidemos a Carlos Slim, José Manuel Riobóo o inclusive, el mismo Emilio Azcárraga y hasta el fallecido Carlos Bremer, pero con el resto, el señor no se digna a ir ni a la esquina con ellos.

    ¿Por qué? No creo que sea tan malo que ellos viertan su opinión o le propongan ideas nuevas que nada tengan que ver con su marcado socialismo. De la misma forma, los partidos políticos exigen reglas claras, respeto a la pluralidad y de algún modo, no quieren verse expuestos ante los grupos criminales.

    Pero no, él no cede y por eso quiere reformas a la Constitución, quiere que los ministros sean electos por el pueblo –que la mayoría desconoce la trayectoria de jueces y abogados- y hasta quiere reducir el número de plurinominales, en fin. Todo ello con el propósito de no de facilitar las cosas, sino imponer sus condiciones y las de su partido. 

    Por ejemplo, en el caso de los ministros, nombró a Lenia Batres, que no tiene una carrera exitosa en la abogacía, no se sabe vestir, mucho menos sabe hablar y ya ha cometido una serie de yerros que confirman que la señora no tiene nivel ni para un papel como secretaria de oficina, con todo el respeto para las secretarías de oficina.

    Entonces, se entiende que lo que él busca es lealtad y obediencia de los suyos, como si fuera un César o inclusive, Jesucristo, que jamás tomó actitudes de ser el único o más grande, aunque sí lo era porque era mera creación de Dios. No, el señor es presidente y lo será de aquí hasta dentro de unos meses, pero no más, tendrá que irse porque la LEY así lo marca.

    El tercer candidato

    El día en que Jorge Álvarez Máynez acudió al palco que el gobernador Samuel García tiene en el estadio de los Tigres de la UANL ocurrieron cosas que él –así lo creo- jamás planeó.

    Entre le efervescencia del encuentro y algunas cervezas que se tomaron ambos y los amigos de Samuel se habló del INE y también del priista Manlio Fabio Beltrones. Hubo hasta una plática en twitter y posteriormente, cuando la situación ya estaba más pesada, se borró parte de la misma.

    Jorge Álvarez Máynez es un tipo inteligente, más que otros que le rodean, pero su atractivo político no gira en torno a una cerveza. No creo, que sea o esté dispuesto a ser aliado de Morena. En su campaña plasmará sus ideas y qué mejor que estará cerca de Dante Delgado, que en pocos años al frente de su partido ha logrado dos gubernaturas y su presencia, no sólo en Jalisco y Nuevo León sigue creciendo.

    Aunque todos lo sitúan en tercer lugar, hará una buena campaña y algo en lo que debe trabajar es que se olvide ese mal momento vivido en el palco de Samuel García. Siendo honestos, Álvarez Máynez es más político y tiene mejor preparación que el gobernador de Nuevo León, así de fácil. Y hará ruido.

    PD En Veracruz el Poder Judicial fue intervenido por el gobernador Cuitláhuac García que ha criticado a jueces que dejan en libertad a delincuentes –según él-. No es que quieran llevarle la contra, pero el mandatario, que desconoce la Ley por completo, olvida que existe la presunción de inocencia y que, al no haber pruebas suficientes, los encarcelados van y disfrutan su libertad. Así de sencillo, quizá debiera ser más exigente con la Fiscalía para que no haya errores, ni omisiones.