José Luis Ortega Vidal
Claroscuros
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El próximo viernes, primero de marzo, dará inicio la campaña por la presidencia de la República, tras ocho largos meses de pre-pre-campañas disfrazadas de procesos políticos al interior de los partidos y de precampañas finalmente establecidas por el Instituto Nacional Electoral.
Del 20 de noviembre al 18 de enero se realizaron las precampañas conforme a la norma electoral.
Desde la noche del cuatro julio, hasta el diecinueve de noviembre del año pasado, el país vivió actos teatrales montados por los partidos políticos al son que les marcó el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Se trató de un desfile de corcholatas por un lado y de un juego burdo de firmas y encuestas por el otro.
Los partidos políticos y el gobierno federal gastaron millones de pesos al margen de la ley; impulsaron pseudo luchas para disfrazar sus respectivos dedazos y al final dieron muestras contundentes de su desprecio absoluto por la ley, del desdén común por la democracia y de la definición que izquierdistas, derechistas y centristas tienen respecto a la sociedad civil como un conjunto de bobos, ingenuos y manipulables…
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Finamente hay dos competidoras y el país tendrá presidenta electa a partir del dos de junio próximo.
Al menos en ese punto hay un avance: por fin una mujer manejará las riendas de un México con poco más de tres décadas de ejercicio de una democracia frágil, débil, bajo el riesgo permanente de sucumbir ante afanes de destrucción de estructuras de Estado cuya edificación costó miles de vidas.
Me refiero a la separación de Poderes, a la creación de órganos institucionales autónomos, a un Estado de derecho demandante de ajustes, sí, pero de naturaleza muy lejana a la idea de su desaparición.
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Que gane quien determine la mayoría vía su voto, pero que esa triunfadora ejerza vida política propia, con ideas suyas y una visión de Estado sólida para corregir lo corregible, construir lo necesario y avanzar sin que le pesen vejigas ajenas para nadar en las siempre riesgosas aguas del ejercicio gubernamental.
Si la próxima presidenta se ha de equivocar, que pague por sus propios errores, no por los ajenos e impuestos por camisas políticas de fuerza.
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El que sirvió, sirvió…
He ahí la regla histórica de urgente aplicación a partir del primero de octubre venidero.
De eso se trata la campaña que arrancará dentro de cuatro días: de marcar la separación entre el escenario nuevo y el proceso a punto de concluir..
No confundamos el huevo con la gallina: podrá haber continuidad de programas y proyectos -tarea de Estado necesaria-, pero la que va a mandar será electa dentro de tres meses y una semana…
Punto.
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Hay ejemplos de solución en casos de quienes no entendieron su papel en la historia: un avión casi en la puerta de la casa del general, en un caso; y una inigualable oferta diplomática en las Islas Fiji, en el otro…
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Ahora, el país cuenta con un rancho para solucionar el tema, de presentarse cómo se sospecha puede ocurrir…
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Cosa de ponerle un cerco y sanseacabó.
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Algo parecido a la solución sobre el balconeo de números celulares: «pues que lo cambie…y ya.»
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Si es Xóchitl veremos si puede…
Si es Claudia, veremos si quiere…
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La historia, en todo caso, suele dar muestras de actuar como un juez justo.