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    Felipe de Jesús Fernández Basilio
    Desde a Janela

    «Ya solo restan seis meses y dieciséis días para que se vaya a … su rancho»
    Las primeras dos semanas de campaña han sido muy explícitas en demostrarnos que verdaderamente estamos frente a dos candidatas a la presidencia que se encuentran personal y circunstancialmente en extremos opuestos.
    Porque más allá de lo que clásicamente se señala que Xóchitl representa el cambio y que Sheinbaum la continuidad, existen muchos otros detalles que, si observamos detalladamente, nos daremos cuenta cómo sería una y cómo la otra en caso de verse favorecida con el voto mayoritario.


    Ya que, mientras Xóchitl propone políticas novedosas y, más importante aún, se comunica directamente con quienes han sido las víctimas más emblemáticas del gobierno que se va (madres buscadoras, mujeres que han padecido violencia, víctimas de la delincuencia, entre otros); Sheinbaum ha tenido contacto cero con todos estos grupos realmente dolidos y solamente ha pronunciado discursos llenos de generalidades y frases huecas ante públicos totalmente controlados.
    Pero la cosa no para ahí, en estas dos semanas hemos sido testigos de un despliegue de optimismo muy grande por parte de Xóchitl y de un hastío exactamente igual de grande por parte de Claudia Sheinbaum, ya que es innegable que siempre está de mal humor e incluso, que es agresiva con las personas que se le intentan acercar más allá de las vallas que sus organizadores (gobiernos locales) ponen para controlar a quienes van forzadamente a sus mítines.
    Basta revisar la dinámica de los eventos de Xóchitl en los que el público realmente sale motivado al escuchar a su candidata, a diferencia de los de Claudia en los que muchas veces la gente se va a medio discurso, ya le pasó en el zócalo al arranque y le vuelto a suceder en algunos estados.
    Sé que es casi imposible conocer la mente de otras personas, incluso la propia nos llega a ser indescifrable, pero los hechos hablan por sí mismos, y es a través de estos como se puede uno dar cuenta que, de un lado (Xóchitl) sobra voluntad y del otro, muy probablemente, falte.
    La política ante todo es diálogo, Xóchitl habla ante todos los que la buscan, acudiendo a cuanto foro es invitada y hasta en redes sociales es impresionante la cantidad de mensajes que contesta en sus cuentas; en cambio, Sheinbaum no dialoga con nadie y una de sus máximas, al menos en este inicio de campañas, ha sido no asistir a evento alguno al que es invitada, y solo fue refunfuñando a firmar el pacto por la paz que promueve la Iglesia Católica; fue y firmó, para luego descalificar su firma, la verdad, mejor ni hubiera ido, ya que si gana lo va a ignorar totalmente.
    Otro aspecto en el que también son muy notorios los contrastes entre las candidatas es la manera en que han estructurado sus campañas, ya que mientras Xóchitl ha firmado el «contrato nupcial» con los partidos que la respalda, en el que estos se repartieron las demás candidaturas como quisieron y pudieron (cuotas establecidas por las leyes electorales), ella se reserva para, en caso de ganar, el usar a fondo sus atribuciones constitucionales para formar el gobierno como mejor lo crea conveniente, y tan ha funcionado ese convenio que hasta el momento no hay una sola fisura en el campo xochilista.
    Mientras que Claudia Sheinbaum, por el contrario, ha tomado una posición que raya en lo suicida frente a sus bases y aliados, ya que se ha distanciado ostensiblemente de muchos de ellos, y el mejor ejemplo de ello, es el descontón que les dio a los morenistas de cepa al decirles que, aunque sean fundadores del partido, movimiento o religión (como ustedes gusten llamarle), valen menos que otros que llegan de mercenarios, pero eso sí, con mucha fuerza en las encuestas; de verdad que nunca había sabido de una candidata que sobajara de manera tan fea a sus bases más leales.
    Y este patrón en la conducta de Claudia no para ahí, ya que ella humilló públicamente a quien condujo el proceso electoral interno de su partido (el gobernador de Sonora), también mostró públicamente su abierta hostilidad a la candidata de su coalición para gobernar la Ciudad de México y en general, menosprecia a los liderazgos locales de su partido.
    Si así es con su propia gente, no me quiero ni imaginar cómo sería frente a todos los demás.
    Por último, hay que destacar el principal contraste entre ambas candidatas, el cual nos va explicar todos los demás, y ese es el cómo llegaron a la candidatura; Xóchitl la buscó, la encontró y no va escatimar esfuerzo alguno para lograr su objetivo, mientras que Claudia, simplemente cumple un deber, como buena soldado de su jefe político; y este contraste es muy notorio en ambas candidaturas.
    ¿Prefieren ser gobernados por alguien que quiere y puede o por quien no puede y al parecer tampoco quiere?
    felfebas@gmail.com
    Twitter: @FelipeFBasilio