Julio Vallejo
La delgada línea entre mi opinión y la tuya
Un sábado muy soleado, decidí salir al parque a pasear. Tenía muchos años que no caminaba sobre el pasto con los pies descalzos.
Lo primero que vi fue que hay muchas especies de plantas y flores que no tienen por qué florecer en esta época… la verdad se lo atribuí al cambio climático que tenemos hoy en día.
Al quedarme cavilando por un momento acerca del mundo que le dejaremos a nuestros hijos mientras, la mirada enfocó a una pareja de jóvenes que estaban sentados en una de las banca del mismo parque.
Se veían enamorados y muy contentos, pocas parejas así he visto últimamente. Al lado de ellos se encontraba una carriola de bebé y, mientras degustaba mi nieve de limón, me pregunté si tendrían niño o niña.
Por fin los jóvenes se asoman a la carriola, sacan y cargan con alegría a un perro de raza Yorkshire con moños color rosa en medio de las orejas, collar, lentes y vestido con encaje.
Siempre se ha dicho que el perro es el mejor amigo del hombre, pero tratarlos como si fuera tu hijo ya es demasiado. Humanizarlos puede traer consecuencias negativas como lo señala el académico especialista de la facultad de medicina veterinaria y zootecnia de la UNAM, Moises Heiblum.
El experto explica que el fenómeno del antropomorfismo -humanizar a perros y gatos- está cambiando el rol de los animales, llevándolos a grados de ansiedad, ataques de pánico e incluso desarrollar desordenes alimenticios, entre otros problemas.
Ya que hablamos de trastornos psicológicos y perros, existe un joven inglés de 32 años que se disfraza de perro dálmata, come croquetas, duerme en jaula, ladra cuando se enoja y pide ser reconocido como el primer caso de transespecie.
Por lo pronto, las prioridades han cambiado y los jóvenes le dan más importancia a otras cosas y rechazan la idea de ser padres biológicos, sin importales las críticas.
Por ultimo: dejé una semilla de aquella nieve, por si la vida te da limones, aprende a hacer limonada.