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    Maribel Ramírez Topete

    En el escenario de las contiendas políticas, es común que se concentre la atención en la etapa de campaña como el momento definitivo para asegurar la victoria en las elecciones. Sin embargo, esta percepción simplista puede llevar a equívocos importantes. Ganar una campaña no garantiza necesariamente el éxito en las urnas, ya que existen aristas y variables que trascienden el mero despliegue publicitario y la retórica política.

    Una de estas aristas fundamentales es el papel de las redes sociales en el proceso electoral. En la era digital, plataformas como Facebook, Twitter e Instagram han adquirido un protagonismo sin precedentes como herramientas de comunicación y movilización política. Sin embargo, es crucial entender que un «like» en una publicación no equivale a un voto en las urnas.

    Las redes sociales ofrecen un canal invaluable para llegar a un público amplio y diverso, así como para promover el compromiso cívico y la participación ciudadana. No obstante, la viralidad y la popularidad en línea no siempre se traducen en un respaldo real en el ámbito electoral. Detrás de cada clic o comentario en las redes sociales, existe un elector con sus propias convicciones, preocupaciones y preferencias políticas, que no necesariamente se ven reflejadas en su actividad en línea.

    Además, las redes sociales pueden ser un terreno fértil para la desinformación, la polarización y la manipulación política. La difusión de noticias falsas y el uso indebido de la publicidad segmentada pueden distorsionar la percepción pública y afectar la integridad del proceso electoral. En este sentido, es fundamental promover la alfabetización mediática y el pensamiento crítico entre la ciudadanía para contrarrestar estos fenómenos y fortalecer la democracia digital.

    Asimismo, es importante reconocer que el impacto de las redes sociales puede variar considerablemente según el contexto y la audiencia. Lo que funciona en un entorno en línea puede no tener el mismo efecto en el mundo real. Por lo tanto, es necesario complementar la estrategia digital con un trabajo de campo sólido, que incluya el contacto directo con los votantes, el fortalecimiento de la estructura organizativa y el establecimiento de alianzas con actores clave en la comunidad.

    Si bien las redes sociales juegan un papel cada vez más relevante en las campañas políticas, es importante recordar que un «like» en una publicación no es un voto en las urnas. La verdadera medida del éxito electoral radica en la capacidad de conectar con los electores de manera auténtica, en comprender sus necesidades y aspiraciones, y en ofrecer propuestas sólidas y viables para abordar los desafíos que enfrenta la sociedad. En última instancia, es el respaldo tangible de los ciudadanos en las elecciones lo que determina el resultado final.