Miguel Ángel Gómez Ruiz
Contrapunto
El país está en un momento muy complicado, con una deuda billonaria que creció mucho en este sexenio. Con una inseguridad terrible y que se acentuó en estos días con el secuestro de familias en distintos estados. Con la extorsión a comerciantes por parte de grupos criminales e inclusive, imitadores que se organizaron para vivir cómodamente con dinero ajeno.
Y muchas cosas más que a este gobierno se le salieron de control. No es sólo criticar por criticar. Muchos de los lectores han palpado la triste realidad de este país. Una situación tan mala que creció con políticos que han gastado dinero a manos llenas, dinero que ni siquiera es suyo, sino de los mexicanos, como el caso de la candidata al gobierno de Veracruz, la zacatecana Rocío Nahle que no ha aclarado la forma en que se hizo de propiedades millonarias.
Y así, hoy sí se ve un país triste, colmado de corrupción, sobre todo por gobernadores que no han tenido la capacidad para afrontar la situación en sus estados y que justifican todo, aún los secuestros y los crímenes.
Veo, con preocupación, que ellos ni se preocupan por lo que están viviendo sus gobernados, pues tienen a un presidente que les va a defender pese a que las pruebas de su corrupción las tenga enfrente.
Vemos a los gobernadores de Sonora, Sinaloa, Colima, Michoacán, Estado de México, Guerrero, Campeche y Chiapas, hacer de las suyas y ver como su población es víctima del crimen y ellos (as) solo cierran sus ojos y se van de vacaciones.
Es triste, pero tenemos a un presidente que desestima las masacres, los secuestros, la violencia contra las mujeres, la misma extorsión, los niños con cáncer, la falta de vacunas, la pobreza y pese a ello, afirma que en este país el mexicano vive feliz, como si él y su familia estuvieran, por ejemplo, en Suiza.
México no requiere que un títere sin gracia le gobierne, no requiere de alguien que no tendrá capacidad, que se le caiga el metro o alguna escuela, o se le seque un ahuehuete. México requiere a alguien que conozca su problemática, que entienda que no se puede dar más concesiones al crimen organizado, que no se permita que los gobiernos sean corruptos, que no haya obras que se conviertan en elefantes blancos y que sí, haya inversiones y mejores empleos para quien quiera trabajar y cambiar su situación.
Estoy absolutamente seguro que hay muchísimos mexicanos, que habemos muchos que ya estamos “hasta la madre” de tanta ignorancia, de tanta violencia, de tanta insensatez y que queremos que el país mejore en todos los sentidos.
El partido en el gobierno no es el dueño de los mexicanos. No gobierna las mentes de los mexicanos y casi todo lo que ha hecho lo ha hecho mal. Los resultados están allí, cero. No hay resultados.
PD En aquellos tiempos, un hombre, acompañado de otros doce, entró a una ciudad amurallada. Fue recibido por muchos, entre gozo y vítores. Su sonrisa cautivaba y aunque a muchos les parecía mal, sanó a muchos, devolvió la vista a otros y se ganó el respeto, pero también la envidia de algunos. Poco después, fue entregado por uno de sus compañeros que tras cobrar el dinero de la traición fue y se colgó. Este hombre justo, fue golpeado, humillado y sufrió una serie de latigazos que casi partieron su cuerpo. No exclamó palabra alguna ni siquiera cuando fue cuestionado por la autoridad. El hombre que se encargaba de la justicia dejó que los fariseos y la población en general decidiera el destino de este hombre que, según ellos, hacia magia para el mal. De nuevo, fue humillado y le obligaron a caminar y cargar, pese a sus lastimaduras, una estructura de madera que utilizarían para colgarle y matarle. En medio de la algarabía de muchos que primero le aplaudieron y luego le escupieron, llegó hasta el lugar en donde sería asesinado. Le siguieron humillando y luego le crucificaron. Pese a su contrariedad, aceptó su destino. Murió poco después. Pasaron muchas horas y algunos curiosos acudieron al lugar donde dejaron su cuerpo, pero su tumba estaba vacía. ninguno de ellos le vio, pero fueron unas mujeres quienes le volvieron a ver. Él llevaba un brillo incomparable. Este hombre, Jesucristo, fue a ver a sus discípulos que habían dejado todo para seguirle y ahora no imaginaban que sería ahora sin É. Sin embargo, les fue a ver para dar instrucciones sobre el propósito de su vida y destino. Luego partió a un lugar donde ya era esperado y esos once hombres, fueron cargados de poder y acudieron a muchos lugares para llevar su mensaje. Fue un mensaje de salvación que sigue vivo aún en estos días. Sí, Jesucristo no está muerto ni colgado, vive.