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    Sergio González Levet

    Sin Tacto

    Hace poco recordé aquí mismo que Isaac Asimov, el gran escritor y científico, decía que la violencia es el último recurso que emplean los inteligentes, porque es el más oneroso y destructivo.

        Esa cita me llevó a rebuscar en lo que queda de mi biblioteca -que insiste en seguir creciendo a pesar de mis esfuerzos de digitalización- los libros que tengo de ese prolífico escritor y me encontré con el esplendente ciclo de Trántor completo (también conocido como la Trilogía de las Fundaciones), con un volumen de cuentos y con la magnífica Yo robot.

    La verdad es que escaparse de la realidad ficticia de AMLO y de la realidad real de México, aunque sea por la puerta no tan falsa de la literatura y aunque sea por unos minutos, quita cierta congoja al alma y le permite al corazón agarrar fuerzas para seguir por la triste historia de nuestra nación… y para seguir tratando de cooperar con el grano de arena para que las cosas cambien de una vez, y seamos por fin el país que merecemos ser: justo, feliz y alegre -que no es lo mismo-, pacífico y seguro -que tampoco es lo mismo- y próspero para todos

         De regreso a nuestro autor, Isaac Asimov nació en la aldea de Petrovichi, por aquel entonces parte de la gobernación de Gómel de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, el 20 de diciembre de 2019 según el calendario Juliano (que utilizaban en Rusia en aquellos años) o el 2 de enero de 1920 de acuerdo con el calendario Gregoriano (el que se emplea en la mayoría de los países occidentales, africanos, oceánicos y americanos).

         Fue de origen ruso, pero cuando tenía tres años de edad sus padres emigraron a Estados Unidos, lo que les salvó la vida porque los alemanes mataron a todos los judíos de Petrovichi durante la invasión de 1941.

         Creció en Nueva York en una familia más o menos acomodada gracias a las tiendas de confites que logró consolidar su padre, y no pudo ser médico como era su intención original pero alcanzó a ser un renombrado bioquímico.

         Asimov aprendió a leer a los cinco años y desde muy temprana edad empezó a escribir historias que salían de su imaginación y que fueron decantándose hacia el género de la ciencia ficción, que terminó siendo el dominante en sus escritos de narrativa.

         Sus obras de ficción científica (scientifiction) tuvieron un éxito enorme en todo el mundo y a su muerte en 1992 era uno de los autores más vendidos de la historia. De sus obras se han hecho películas, secuelas, traducciones a los idiomas más importantes y libros de crítica.

         Y Asimov tiene una importancia adicional, o dos: una, la introducción de las tres leyes de la robótica, que están resultando cruciales ahora que se está desarrollando tanto la inteligencia artificial.

         La otra es la integración a la lengua inglesa de los términos “positrónico”, “psicohistoria” y “robótica”.

         Bueno, leer a Asimov permite entrar a un mundo fascinante… y salir un poco de tantas mentiras, enfrentamientos y violencias… lo que no es poco.

    sglevet@gmail.com