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    Inocencio Yáñez Vicencio

    Los hombres y mujeres que hacen política partidista, como ningún otro está está sometido al escrutinio público, porque la actividad que realizan tiene que ver precisamente con lo público. Interesa su vida privada que dañe a otros. Traer a la palestra asuntos que no afecten a otros sólo pueden ventilarse para descalificar a una persona para ser guardián del bien de todos. Los hombres y mujeres de partido no vienen de otro planeta, salen del seno de nuestra sociedad. No se equivocan quienes han dicho que para conocer una persona hay que darle poder, por eso es conveniente ponerle límites. No son los partidos los que hacen que broten los excesos sino el ejercicio del poder. Ya he dicho que los partidos no son repudiados de fecha reciente. Son hijos bastardos del liberalismo. El liberalismo nace combatiendo una sociedad estanental, basada en cuerpos, en brazos, en sociedades intermedias. Lo primero que hace es liberar la mano de obra servil para crear un mercado de trabajo que permitiera la acumulación de cspital mediante la apropiación del plusproducto. La Ley LeChapelier de 1791, suprime cuerpos intermedios, gremios, sindicatos y partidos, porque se consideraba que los que ofrecían y los que contrataban fuerza de trabajo, lo hacían en condiciones de igualdad, lo que, evidentemente no es cierto, porque los trabajadores no tenían más opción que vender su fuerza de trabaja o morirse de hambre. La libertad de contrato sólo ofrece la libertad de cambiar de amo. Politica y socialmente se considera que la sociedad es monolitica, es un sólo cuerpo, que los partidos la dividen, que la tarea de la política es buscar quienes representen no la pluralidad sino al bien común, un bien común que viene de fuera, que se revela a los iluminados, que son los que tienen derecho a gobernar.
    Como la Revolución francesa termina trasladando la fuente de legitimidad del Monarca al pueblo, se tiene que convocar al pueblo, pero los electores al principio sólo son los que tienen riqueza o pagan impuestos. Sieyés propuso una figura llamada comicios ( nada relacionada con la institución romana ), que habría de determinar en cada elección la representación, porque aparecían y desaparecían en cada proceso. La elección es en segundo y tercer grado. Como es una sociedad atomizada implica un individuo un voto. Para Rousseau la soberanía popular radica en cada uno. Para Sieyés la soberanía nacional radica en el todo, por tanto el diputado representa a la nación. La division jurisdiccional, que es una división técnica, no hace al diputado representante de esa jurisdicción, es representante del todo, para que facilite el acuerdo, a diferencia de la representación estamental, por eso ya no lleva cuadernos de institución, es un diputado libre, que teóricamente no recibe línea, vota conforme a su conciencia.
    Los partidos modernos se imponen al establecerse lazos permanentes entre el diputado y sus electores. Y como dice Duverger, no crean la division, expresan la pluralidad, pero como nacen también para organizar las clases y fracciones de clase para disputarle el poder a la burguesía, pues se lanza contra ellos todo tipo de epítetos para marginar o confinarlos a una lucha rutinaria únicamente por el cambio del personal de gobierno, por lo que se intenta aislarlos de temas que pongan en entredicho temas que vayan más allá de la distribución del gasto, por lo que se enjaulan en un intercambio moralista.
    Los que quisieran que la lucha electoral se diera hoy sin partidos, obedecen a un exacerbado individualismo, que quisiera que la contienda fuera entre la gente de dinero. Ya se ha dicho. Los estados mayores de los candidatos harían funciones de partidos y , aún con financiamiento público, terminarían, facilitando la intromisión del crimen organizado en política, dificultando, por contrapartida el acuerdo en los congresos.
    Los partidos no son un mal necesario, son la realidaf de la pluralidad que se impuso a la concepción liberal de la sociedad monolítica, que en lugar de elecciones se alimenta de la aclamación del caudillo providencial.
    Los candidatos que postulan los partidos no pueden dejar de cargar las animadversiones conque el liberalismo y sus profetas los etiquetaron, pero , por sobre la propaganda que ha querido privar a las masas de esos instrumentos de organización para disputar el poder político, es el inevitable escrutinio sobre la relación del pretendiente a un cargo público con la cosa pública, lo que debe prevalecer.
    El proceso electoral por la gubernatura de Veracruz, ha permirido darnos cuenta que por un lado está el partido Morena, que para empezar no sólo nos esconde que es un partido sino que su éxito lo ha basado en hacer política atacando la política, como si lo que hicieran, sucio, pero es política; que se ha rendido ante el narco; que nada ha hecho por poner a disposición de las sustancias correspondientes a sus funcionarios señalados de acoso sexual; que ha perseguido a sus adversarios; que les ha inventado ilícitos a sus competidores para privarlos de que ejerzan cargos; que ha encarcelado por faltas a la autoridad a ciudadanos inocentes; que ha hecho de la prisión preventiva se espada de democles; que tiene presos políticos; que tiene cercado el Palacio de Gobierno; que limpio al PRI de ladrones para llevarlos a Morena; que postula una Zacatecana, que condonó la luz a Tabasco pero a nosotros ni siquiera disminuyó sus tarifas eléctricas, que triplicó el costo del presupuesto original de la Refinería de Dos Bocas, que nos hace pensar que las utilidades ya se invirtieron, para comenzar, en los 60 millones de la casa y terrenos de El Dorado; por otro lado la Coalición PAN, PRI, PRD y sociedad civil, postula a un hombre capaz y limpio, que a falta de algún abuso o desvío de recursos públicos que le pudieran encontrar, acuden a lo único que el gobierno de Cuitlahuac y los morenistas, saben hacer; enviar a sus testaferros a agrdir a Pepe Yunes, con maquinaciones que dejan entrever que su desesperación los delata como vulgares celabraguetas, que delata inclinaciones, que por no ser asuntos políticos, me tienen sin cuidado a no ser porque se usan políticamente.
    Nunca he dicho que Pepe, sea un santo, es un hombre de este mundo. Por las décadas que tengo de tratarlo, puedo constatar que es un hombre que respeta a su familia y que es la persona más honesta y preparada que tiene la clase política veracruzana. Puede cuestionársele que sea priista, que traiga en su campaña gente como yo, formada en un partido en el poder, dónde no tuvimos el valor de denunciar a Duarte, de tolerar a gente que lucró con placas de taxis, con notarías para su familia y anigos, pero debe entenderse que para la campaña se convoca a todos, para gobernar a los mejores, la garantía es un pasado limpio, que sus difamadores, tan saben bien que son eso, difamaciones, que utilizan plumíferos que para firmar lo que escriben tienen que cubrirse el rostro.
    La prueba de que Rocío Nahle, está en sus estertores políticos es que hoy para su defensa tiene que usar a Duarte y Dante, dos personajes que han protagonizado los escándalos más sonados de corrupción de Veracruz.
    Si la nación francesa pudo rendirle reconocimiento a Mirabeau, que antes de su patriótica entrega a la Asamblea Nacional, estuvo a punto de sufrir el desconocimiento por parte de su padre, por su juventud descarriada, no dudo que las infamias de los cuida braguetas, se quedarán en lodo, que no alcanzará a manchar a Pepe, que el 2 de junio el pueblo hará su gobernador.
    Posdata. Mi nombre es Inocencio, pero mi nombre no me impide ver que a veces se selecciona cuando si y cuando no publicar mis escritos. Como no soy dueño de los espacios, no me queda más que agradecerle a quien me hace un lugar.