Sergio González Levet
Sin tacto
Después de varias semanas en que le han hecho señalamientos por la supuesta posesión que tiene de mansiones millonarias en Boca del Río, Villahermosa, Coatzacoalcos, Monterrey y las que se acumulen de aquí a que termine la campaña electoral, la ingeniera Rocío Nahle García publicó en las redes -fiel a la costumbre morenista, desdeñó a los medios de comunicación- una carta en la que responde a lo que reveló el empresario citrícola Arturo Castagné Couturier.
También como es costumbre de la casa guinda, la carta tiene intensos problemas de sintaxis y varios de ortografía. Ya de la prosodia ni hablamos. ¿No habrá en las filas del partido oficial alguien que cuando menos pueda redactar un texto regular?
Bueno, la ingeniera Nahle ejerce su derecho a la réplica y contesta a las revelaciones de Castagné con frases tronantes, que deambulan entre la indignación y la acusación.
Dice ella que se ha desatado “una guerra sucia mediática y difamatoria hacia mí (sic por la tilde de más) persona, que medios y columnistas se han dedicado a repetir el libreto enviado o bajo encargo por mis opositores” (resic por la pésima redacción).
Explica que construyó su casa en Coatzacoalcos a lo largo de “mi vida y mi carrera profesional” y que compró un departamento de 124 metros cuadrados en Monterrey “bajo un crédito hipotecario” cuando sus hijas se fueron a estudiar a Monterrey. Y completa con “mi madre decidió dejarme la casa familiar que ella habitaba y pasó a mi posesión después de su muerte”.
Afirma que no tiene propiedades en México, Cancún o el extranjero, y se olvida de responder sobre el terreno a nombre de su marido en El Dorado, la propiedad de la casa que renta en ese fraccionamiento de lujo y una mansión en Villahermosa.
Culmina doña Rocío con una autodefinición que la pinta de cuerpo entero:
“Soy una mujer fuerte, congruente y de firmes convicciones, situación que todavía a varios incomoda. Seguiré trabajando por esta transformación que se lleva a cabo en nuestro país y sobre todo para mejorar el bienestar de mi querido Veracruz”.
Bien por ella y por el hecho de que ejerza su derecho a defenderse. Debería ser un modelo para otros miembros de su partido, empezando por el más importante (¿o el único importante?), que no permiten a ciudadanos que ejerzan esa libertad consagrada en nuestra Carta Magna.
El problema que tiene la emotiva carta de la candidata de Morena a la gubernatura de Veracruz es que afirma, pero sin probar. El entusiasmo desaforado que han mostrado ante esta misiva las plumas rentadas por los morenistas, a la que califican de demoledora contra la oposición, se desdibuja ante la ausencia de documentos que comprueben los dichos de la ingeniera Nahle y que demuestren la falsedad de las copias de escrituras y datos oficiales que sí ha puesto el señor Castagné en sus publicaciones en redes.
Afirmar es fácil. Calificar sin pruebas lo puede hacer cualquier mal redactor. Pero ofrecer testimonios verídicos es la única manera verídica y legal para puntualizar las cosas.
Lo otro es solamente aclarar sin aclarar.
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