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    Sergio González Levet

    Sin tacto

    Siempre es bueno explicar lo que estamos hablando. Por eso acudí a la Wikipedia y encuentro que “los maniqueos, a semejanza de los gnósticos, mandeos y mazdeístas, eran dualistas: creían que había una eterna lucha entre dos principios opuestos e irreductibles, el Bien y el Mal, que eran asociados a la Luz (Zurván) y las Tinieblas (Ahrimán) y, por tanto, consideraban que el espíritu del hombre es de Dios pero el cuerpo del hombre es del demonio.

    “Zoroastro, Platón, Jesús, Buda y otras muchas figuras religiosas habrían sido enviadas a la humanidad para ayudarla en su liberación espiritual, siendo Mani el Sello de los Profetas.

    “En la práctica, el maniqueísmo niega la responsabilidad humana por los males cometidos porque cree que no son producto de la libre voluntad, sino del dominio del mal sobre nuestra vida. Por esto consideraban al pavo real (Pavo cristatus) su animal sagrado, porque sus colores en el plumaje revelaban los distintos estados espirituales por los que pasaba el cuerpo para lograr purificarse y transformarse en el espíritu divino.”

         Para simplificar, me remito a lo que dice el Diccionario de la RAE:

         “Maniqueísmo

         “1. m. Religión sincrética fundada por el persa Manes en el siglo III, que admitía dos principios creadores en constante conflicto: el bien y el mal.

         “2. m. peyorativo. Tendencia a reducir la realidad a una oposición radical entre lo bueno y lo malo.”

         Bueno, el persa Manes “era iranio y nació en 216 d.C., en Seleucia-Ctesifonte (actual al-Mada’in, Irak) o cerca de allí, en el Imperio parto”  y murió en una prisión persa en 274 d.C.

         Bueno tanta explicación es para decir con cierta propiedad que estamos viviendo en México un tiempo maniqueo, porque nuestra sociedad está dividida en buenos y malos. El problema es que en gran parte por culpa de las encuestas de todos tipos y de variados resultados que pululan en los medios y las redes, es imposible determinar cuántos son los buenos y cuantos los malos, y peor: ya no podemos saber quiénes son los buenos y quiénes son los malos.

         Los maniqueos de la Cuarta Transformación dicen que los buenos son los seguidores de AMLO y los malos son todos sus adversarios porque son conservadores, neoliberales, fifís, y porque son hipócritas, no quieren al pueblo bueno y honrado, y son traidores a la patria.

         Los maniqueos de la oposición dicen que los buenos son todos los que se oponen a la destrucción del país orquestada por López Obrador y sus huestes, que son chairas, fanáticas, mentirosas, corruptas, soberbias…

         Ah caray, ¿y si Manes tenía razón?

    sglevet@gmail.com