Sergio González Levet
Sin tacto
El escándalo de las suntuosas propiedades que le atribuyen a Rocío Nahle creció hasta proporciones inmanejables para el partido oficial y para los gobiernos de la Cuarta Transformación, el federal y el estatal.
Subió tanto que llegó a salpicar con el veneno de la sospecha a los protagonistas más importantes del lopezobradorismo, incluido el propio Presidente de la República y sus hijos traviesos.
Y, obvio, tocó con su enlodadera a la candidata de Morena a la Presidencia de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, quien empezó a ser cuestionada por sus propiedades declaradas en ejercicios anteriores y esfumadas en los datos personales de su último empleo, el de Jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
Entre tantas revelaciones muy sonadas del empresario Arturo Castagné Couturier, se entreveró un dato que implica tanto a la aspirante a la Presidencia como a la de la gubernatura de Veracruz y que ha hecho sospechar a ciertos conocedores.
Es que en las escritures de la ingeniera Nahle que ha hecho públicas el señor Castagné y otras que se conocieron de una declaración patrimonial antigua de la doctora Sheinbaum, aparece el dato de que los inmuebles que adquirieron fueron pagados en parte con cheques certificados y el resto en efectivo.
¿Cómo, estas insignes representantes del morenismo en México, adalides del movimiento de AMLO, pagaron sus casas con la entrega de fuertes cantidades en cash?
Lo usual en la compraventa de inmuebles es que se paguen ante el notario por medio de algún movimiento bancario, ya sea cheque certificado o transferencia por Internet. Es más, en los últimos años el SAT ha establecido la obligación de que todos los pagos de ese tipo de transacciones sean a través de un banco. Eso lo hace Hacienda para evitar el lavado de dinero y el pago incompleto de impuestos.
Yo me pregunto y muchos nos preguntamos cuál sería la intención de la joven esposa de Carlos Imaz de pagar en su momento un departamento de interés social con un documento y además con dinero en efectivo.
Y en el caso de la esposa de José Luis Peña Peña -otro millonario hecho al vapor, si se investigan y resultan ciertas las acusaciones de Castagné Couturier-, ¿por qué no pagar, por ejemplo, el terreno en el fraccionamiento El Dorado de Boca del Río, y haber llevado varios millones de pesos en greña, que seguramente tuvieron que ser contados -peso por peso, centavo por centavo- ante la presencia del Notario Público que hizo la escritura?
Ya imagino al pobre vendedor (es un decir) saliendo a hurtadillas con las bolsas llenas de billetes, que en cualquier momento le pudieron haber hurtado los ladrones que pululan en Veracruz.
¿Será que la devoción que le tienen tanto Claudia como Rocío a López Obrador les ha llevado, en su afán de emular a su patriarca, a convertirse también en reinas del cash?
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