Teresa Carbajal
Debo, no niego; pago, lo justo
¡No se fie!, unos de los peores errores que podemos cometer como usuarios de servicios financieros, es que, al ser víctimas de un atropello o abuso, pedimos asesoría a la persona equivocada.
Por ejemplo, si debes y no tienes para pagar, vas con el banco al que consideras “amigo” al fin que ya llevas 15 años pagándole y apenas si te ha abonado a intereses; pues tu lógica te dice que como nunca antes le has fallado y has sido un excelente pagador, pues no tendrá inconveniente en darte un “chance” que te permita ponerte a mano.
En ese momento te das cuenta que no era tu amigo, pero no sin antes salir ‘ninguneado’, sin esperanzas, ni fe, en la vida, pues llegas a la convicción de que nada de tu buen historial crediticio te sirvió para que -por una vez- que no puedes pagar a tiempo tengas alguna consideración de Cliente Premium, de esos que tienen derecho a no hacer fila, y de los que hasta hace unos meses eras.
O, por ejemplo, cuando te roban dinero de tu cuenta, o presentas un cargo no reconocido entras en pánico, ¡¿quién no?! Pero lo primero que se te ocurre es ir al banco, o a la fiscalía, o a la condusef. Bueno, de esas tres opciones lo correcto es ir primero al banco a presentar una reclamación, pero la forma en la que lo debes hacer y los hechos que narras, hará siempre la diferencia entre recuperar tu dinero, o que el banco te eche la culpa de un auto robo, y se quede en impunidad el atraco.
Bueno, con esos ejemplos ya estamos en el contexto de lo que quiero explicarte, pero antes de que me pierda en el mar de ideas, quiero decirte que antes de presentar tu reclamación o queja al banco o a la Caja de ahorros, financiera, o sofom, ya debes de ir asesorado; de lo contrario vas a actuar conforme a las instrucciones que esos prestadores de servicios financieros te van a dar, y qué crees.
Pues te van a hacer firmar y reconocer hechos que para nada te convienen, son dos casos los que voy a contar, pero por razón de espacio hoy solo abordaré el de la Caja mañosa, una caja de ahorros que desconoció a su socio al darlo de baja, tomó sus ahorros para abonarlos a moratorios y siempre se condujo, -desde que su socio ya no pudo pagar el préstamo- con mentiras y engaños en donde la única beneficiada era la institución.
En efecto es una de esas Cajas en donde pagas un certificado que dizque para hacerte socio, pero jamás participas de las decisiones importantes y solo eres socio para las obligaciones.
Es el caso de un joven médico que radicaba en la ciudad de Coatepec, Veracruz, por razones de trabajo, lugar en el cual decidió participar como socio ahorrador para poder participar de algún préstamo si se ofrecía por necesidad; así, un día se vio en esa necesidad y no dudó en acudir a la Caja.
La que gustosa lo acreditó, pues queda claro que su ‘negocio’ es prestar dinero, así las cosas, todo marchó bien hasta que vino la pandemia del COVID y entonces el médico se quedó sin empleo y no tuvo más que pedir una prórroga para poder ponerse al corriente, les dijo que cuando contrató le mencionó el asesor financiero (empleado de la caja) que los créditos contaban con seguro para que, si se daba el caso de un eventual desempleo, tendría cobertura para pausar sus pagos.
Pues resulta que ni seguro, ni prórroga, ni tregua, pues a la hora que necesitó la ayuda le ‘voltearon’ todo y le dijeron -para pronto- que esos seguros, para la Caja no existen y nunca los han manejado.
Pero, que si quería llegar a un acuerdo firmara una autorización para que la Caja dispusiera de sus ahorros, y así pudiera darle un convenio. Así lo hizo, pero resulta que al dar el “click” que autorizaba el traspaso de sus fondos, el asesor o ejecutivo de la caja le comunicó que no se había autorizado el convenio, pero que le daba dos horas para juntar cinco mil pesos más y entonces hacer otro intento, porque esos ahorros, si los había perdido.
Fue ahí cuando comprendió que, para tratar con esa Caja mañosa, que a voluntad le cambiaba todo acuerdo verbal, tendría que recurrir a un asesor. Continuará…
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