Sergio González Levet
Sin tacto
Un caso singular de la política veracruzana es la historia de Manuel del Río Virgen, un personaje que ha navegado por los sexenios con mayor o menor suerte, pero que ha logrado mantenerse en la vigencia de la recomendación inmortal del Tlacuache Garizurieta: Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error.
Manuel tomó cierta notoriedad cuando logró ser diputado federal hasta por dos ocasiones y como presidente municipal de Tecolutla, en donde no nació porque es cordobés de origen.
Entre las idas y vueltas de su carrera, en 2018 fue nombrado Secretario Técnico de la Cámara de Senadores, en donde fue un empleado diligente y cumplidor, hasta que el 22 de diciembre de 2021 se le ocurrió al gobernador Cuitláhuac García vengarse en su persona de una jugada que le hizo Ricardo Monreal, quien consiguió sacar de prisión a unos jóvenes que el Gobierno de Veracruz había detenido injustamente.
Casi seis meses padeció nuestro personaje el infierno de la prisión en Pacho Viejo, hasta que logró ser liberado el 17 de junio de 2022, y de ser un político más o menos reconocido se convirtió en un mártir de las libertades civiles y en un personaje de alta gama. Salió de prisión y su imagen se infló como un globo de helio, subió hasta las nubes más altas, y hasta ahí llegó, porque después ha sido puro desinflarse.
Los analistas que han seguido su paso después de su liberación han visto cómo Del Río ha tenido una carrera tan firme como descendente. De la celda de Pacho Viejo pasó a ser considerado una buena propuesta como candidato a la gubernatura de Veracruz por Movimiento Ciudadano, el partido de Dante Delgado, al que le ha sido leal desde hace muchos años. Pero el patriarca naranja dijo nones por alguna razón, y no apoyó las ilusiones de su fiel escudero.
Por esa razón y algunas otras de las que no quiero acordarme, el famoso preso político tampoco pudo hacer cuajar su aspiración como abanderado naranja a la senaduría masculina de Veracruz, tal vez porque Dante se decidió muy democráticamente y más filialmente por su propio hijo, Luis Alfonso Delgado Morales.
Para las diputaciones federales, el buen Manuel estaba tan lastimado que mejor ni le intentó, previendo otro descolón de su líder y ¿amigo?
Hoy Manuel del Río Virgen hace el bien necesario al apoyar a un abogado de primera línea, Tomás Mundo Arriasa, en el Programa Inocente, que está sacando de las prisiones veracruzanas a muchos presos en su misma condición, que padecen la soberbia y la veleidad del gobernador Cuitláhuac.
De repente el doctor del Río Virgen se da una vuelta por Veracruz, apoya las candidaturas de MC y organiza comidas sin ton ni son, en las que toma la palabra en largos discursos que a veces son del agrado de sus comensales.
Y ya.
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