Sergio González Levet
Sin tacto
Ay, las redes, las benditas/malditas redes.
Ayer se le ocurrió a algún pelmazo subir en Internet que había fallecido Noam Chomsky en un hospital de Sao Paulo, Brasil, en donde vive desde hace algunos años debido en buena parte porque su esposa, la también lingüista Valeria Wasserman, es natural de ese hermoso país.
Después de dejar su histórico sitio en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, el célebre lingüista y pensador estuvo un tiempo dando clases en la Universidad de Arizona, pero en 2017 definitivamente se fue a radicar a la ciudad más poblada de Sudamérica.
Ahí, hace algunos días fue internado en la Beneficência Portuguesa de São Paulo debido a complicaciones por un accidente cerebrovascular, que tiene una mayor repercusión por sus 95 años de edad, pero finalmente la tarde del martes 18 fue dado de alta, para que se recuperara en su casa.
Para quienes se quedaron como si nada ante esta noticia, puedo repetir junto con Wikipedia que “Avram Noam Chomsky, nacido en Filadelfia, Pensilvania, el 7 de diciembre de 1928, es un lingüista, filósofo, politólogo y activista estadounidense de origen judío. Profesor emérito de lingüística en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, es una de las figuras más destacadas de la lingüística del siglo XX. También es reconocido por su activismo político, caracterizado por una fuerte crítica del capitalismo contemporáneo y de la política exterior de los Estados Unidos.”
Como lingüista, Chomsky revolucionó los estudios sobre la ciencia del lenguaje al publicar como libro su tesis de doctorado, Estructuras sintácticas, en 1957, cuando tenía apenas 28 años. No entraré en detalles semióticos, pero si conservo ante usted mi credibilidad, espero que le sea suficiente con que diga que sus estudios y la creación de la gramática generativa lo convirtieron en el lingüista vivo más importante del planeta.
Y encima, don Noam es uno de los luchadores sociales más reconocido y respetado del mundo, sobre todo por su férrea crítica contra el sistema norteamericano. Es tanto su prestigio, que The New York Times, uno de los medios de comunicación que él más ha atacado por sus políticas editoriales, lo reconoció en 1979 como “el más importante de los intelectuales contemporáneos”.
Antes de instalarse definitivamente en Sao Paulo en 2017, Noam Chomsky estuvo unos días en Montevideo, la capital de Uruguay, en donde el cineasta mexicano Saúl Alvídrez logró filmar varias charlas entre el notable lingüista y el expresidente José Mujica con el fin de hacer un documental, que no ha podido terminarse por falta de recursos, pero que cuando menos fueron publicadas como libro en septiembre de 2017 por la editorial Penguin Random House. Esta obra se ha convertido en un éxito de librería ante la expectación de lo que dijeron y se dijeron estos dos grandes personajes de la izquierda internacional.
Tanto Mujica como Chomsky padecen los severos daños de la edad, pero se mantienen lúcidos y juveniles como nadie a estas alturas de sus vidas. Esperemos que aún nos queden varios años de ambos y que se les sigan haciendo trizas las ganas de matarlos que traen en las redes los conservadores de derecha… y algunos de izquierda.
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