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    Sergio González Levet

    Sin tacto

    Un problema que tuvo el candidato Pepe Yunes en la pasada elección fue su apellido, toda vez que este patronímico se volvió endémico en la política veracruzana. Es que Yunes ha habido un Gobernador (Miguel Ángel papá), tres senadores constitucionales (Pepe, Héctor y Fernando) y uno electo a la fecha (Miguel Ángel hijo), tres presidentes municipales (Miguel, Fernando y Pepe), cinco diputados locales (Miguel grande, Miguel chico, Fernando, Héctor y Pepe), tres diputados federales (Miguel papá, Héctor y Pepe), tres presidentes del PRI veracruzano (Miguel, Héctor y Pepe) y súmele usted muchos puestos más en esta enumeración que parece salida de Cien años de soledad, entre aurelianos y josearcadios Buendía.

         Y sí, a Pepe le pegó el apellido, porque el elector parece haberse cansado de tantos Yunes en las boletas. Fue un elemento que actuó en su contra en la consideración de los ciudadanos, y en una elección tan competida y tan de Estado significó puntos menos para sus aspiraciones.

         Y lo peor es que Pepe Yunes Zorrilla -de los Yunes de perote, encabezados prestigiosamente por don Pepe Yunes Suárez- ni siquiera es pariente de los otros Yunes, los de Soledad de Doblado, entre los que son primos hermanos Héctor Yunes Landa y Miguel Ángel Yunes Linares e hijos de este último Miguel Ángel y Fernando Yunes Márquez.

         Bueno, pues si Pepe termina por hacerle caso a tantos y tantos veracruzanos que le piden encabece un movimiento ciudadano que signifique un equilibrio contenedor para el poder absoluto que tendrá la ingeniera Rocío Nahle García, tendrá que hacer algo con ese apellido que le produce escozor a los votantes.

         Pero la lingüística le puede echar una mano.

         ¿Recuerda usted que hace algunos años empezó a surgir la costumbre de llamar “Beijing” a “Pekín”? Pues eso se dio porque el chino es un idioma distinto que tiene una grafía diferente, así que la transcripción a otros idiomas se dio de acuerdo a como lo oyen los hablantes. Para los españoles, el término adecuado es Pekín; para los ingleses es Beijing (pronunciado bei-ying).

         Con el árabe sucede lo mismo, así que los apellidos han sido transcritos de manera diferente de acuerdo con el habla de cada lugar. En su idioma original, se pronuncia más o menos: “iounes” o “iunis”, y ha sido transcrito al español como Yunes, Younes y Yunis, de acuerdo con el oído de cada oficial de migración o del Registro Civil.

         Así que Pepe, si continúa en la política, bien podría pedir que transcribieran su apellido de otra forma y que lo inscriban como Pepe Llúniz, por ejemplo.

         Y con eso, todos contentos en vistas al 2025, al 2027 y al 2030.

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