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    Inocencio Yáñez Vicencio

    Desde luego la política como exterminio, no existe, sencillamente porque la violencia aparece ahí donde la política fracasa.
    Para quienes entendemos por política toda acción concertada dirigida a la búsqueda del bien común, un bien común no externo, un bien común que surja de la discusión, la deliberación, el debate, el consenso y el acuerdo, la politica no surge para sofocar sino para encauzar diferencias, la política no puede ser vista como trampa y fuerza.


    Es a partir de que la política se define en torno del poder y éste se tiene como separado de la sociedad, que hay que someterlo al derecho y a controles orgánicos, para que el poder detenga al poder, a fin de racionalizarlo y limitarlo.
    Fue Maquiavelo, quien descaradamente mostró todo lo que puede generar y genera su conquista y la lucha por retenerlo.
    La concepción schmittiana ve la política como una relación amigo-enemigo, por lo que sin enemigo no hay politica y el conflicto termina con la liquidación del contrario, es decir, que mientras para Hannah Arendt la política es competencia de propuestas, que se reduce a encauzar diferencias, en la concepción del teórico de Hitler, Carl Schmitt, la batalla entre amigo-enemigo, ésta no finaliza hasta acabar con el opositor o diferente.
    El poder politico es una correlacion de fuerzas sociales pero el centro de su ejercicio, es donde se expresa, que es el Estado, por eso en torno a él se libran las batallas estelares.
    La res pública, es decir, lo público como primacía, está en contradicción con la sociedad liberal que se edificó sobre los escombros de la sociedad feudal-estamental . La sociedad atomizada convoca a valores comunitarios que son relegados en la práctica por un darwinismo social sin cuartel, donde se comercia hasta con los órganos humanos para sobrevivir. Nos hemos constituido en una República , sin republicanos, sin poner lo público sobre lo privado, sin ciudadanos que sepan colocar lo común sobre el beneficio personal, por eso no sólo no reparamos que quienes gobiernan no únicamente privatizan lo público sino que orientan el mismo poder en beneficio de sus amigos y parientes.
    Una República, con equilibrios de poderes, con contrapesos, sometida al derecho, que ponga el poder al servicio de la comunidad, que enarbole la libertad como no dominación, no podrá prosperar en una social donde se lleva al paroxismo el individualismo y las principales decisiones están en manos del mercado, funcionará mientras brinde espectativas de mejorar, que al cancelarse, hará crisis, porque los elementos que la coaccionan, son mercantiles, no patrióticos.
    Esta sociedad darwinista, que nos hizo creer que los vicios de las clases burguesas eran virtudes para las clases trabajadoras, han terminado por corromper todo. La clase política no viene de otro planeta, sale de nuestra sociedad, refleja sus vicios, su individualismo, su darwinismo. Fue ella la que a través de Radio, Televisión, Iglesias, escuelas privadas… nos quisieron imponer un modelo de partidos alejados de las demandas sociales y que no diferenciaran sus plataformas, para que ganara quien ganara, no hubiera sobresaltos, abriendo con ello reclamos por ausencia de representación, por olvido de las clases subalternas y rechazo a los partidos tradicionales, que obviamente fue llenado por un populismo que ofrecía responder a las asignaturas pendientes, haciendo política atacando la política y llenando los vacíos de representacion, pepenando inconformidades y reclamos de toda clase, con lo cual reclutó un ejército de resentidos y vividores, que han conducido al país a la bancarrota.
    Si las masas aclamaron a Calígula, a Nerón, a Mussolini, a Hitler…por qué no habrían de aclamar a Andrés Manuel López Obrador. No es nuevo que un gobernante sea vitoreado por destruir a su pais. No es nuevo que por unas cuantas monedas se entregue al padre, al hijo y a toda la familia. Lo importante es saber el tamaño del monstruo a que nos enfrentamos. Que de raro tiene que del interior de una sociedad que entrega a unos malhechores su voto, salga una pandilla de maleantes para gobernarnos.
    Nada de raro tiene que de esta sociedad mercantilista, salga un presidente que quiere acabar con todo lo público, con el patrimonio común, con los contrapesos, con el Estado de derecho, con los órganos autónomos, con los periodistas independientes, con sus críticos, con los partidos que se le oponen, con el PRD, con el PAN, con el PRI.
    La quema simbólica de Norma Piña, por el gobernador Cuitlahuac, representa la política de odio del morenismo contra el poder judicial y la República.
    Los bufones que Cuitlahuac y Rocío Nahle ha contratado para promover su imagen, prueban que no pueden ir más allá de las coladeras para armar sus trincheras. Curioso que mientras los morenistas se cobijan con lo peor del periodismo, persiguen a los hombres y mujeres más acreditados en este ejercicio.
    No exraño a nadie que el Tribunal Federal Electoral que, siendo que fue quien autorizó la extensión del mandato de Alito, rechace su impugnación , toda vez que es público que el INE como el TRIFE, están colonizados por Amlo, y actúan, igual que su amo, para destruir al PRI, a través de un gánster campechano, que con ello compra la impunidad que necesita para no ser procesado por el saqueo que hizo como gobernador.
    Los morenistas no surgieron para competir sino para destruir las instituciones y externinar a sus adversarios.
    No sólo necesitamos cambiar el mal gobierno, también necesitamos cambiar la sociedad mercantilista e individualista que lo engendra, por una sociedad republicana, una sociedad donde nadie viva del esfuerzo de otros.