Sergio González Levet
Sin tacto
La decisión más difícil de su vida que en compañía de su familia tomó el senador Miguel Ángel Yunes Márquez de votar en favor de la Reforma Judicial de AMLO y en contra de la corriente de la oposición, lo condenó, junto a su padre y a su hermano, al ostracismo en las redes, en los medios y en muchos estratos de la sociedad mexicana.
Miguel Ángel Yunes padre y Miguel Ángel Yunes hijo fueron y siguen siendo acusados de traición porque su acordado voto favorable permitió -según el sentir general- que pasara la iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador, con la que se entierra el actual Poder Judicial y se crea uno a modo que prácticamente dependerá del Ejecutivo como un ente subordinado.
Varios periódicos impresos calificaron ayer a ocho columnas de traidores a los miembros de la familia Yunes Márquez. Todos los noticieros de TV e Internet hablaron del tema, casi siempre en contra de la decisión de los migueles. En las redes, la “traición de Yunes” fue tendencia absoluta entre los internautas mexicanos y muy concurrida por la comunidad internacional de usuarios.
Sin proponérselo, los Yunes azules se convirtieron en nodo de unidad para una oposición nacional que había estado navegando a oscuras, a falta de un liderazgo que hiciera frente a la derrota monumental de las elecciones del 2 de junio; un liderazgo que levantara el ánimo de los millones de votantes derrotados, que revirtiera el desánimo prolongado, que le diera nueva vida a la lucha por la democracia y la libertad.
En el terruño, los Yunes azules fueron el destino de la desaprobación popular: en los cafés, se cantaban décimas jarochas en su contra; en los corrillos, se anatematizaba a los traidores; en el morenismo jarocho, todos se apresuraban a desmarcarse de quienes fueron los enemigos acérrimos en la campaña electoral; en el mismo panismo, los militantes pedían en número creciente la expulsión para todos los miembros de la familia.
En los cafés de La Parroquia, los clientes habituales estaban listos para lanzar rechiflas y gritarle que se fuera, si alguno de los Yunes se aparecía, como lo hicieron contra la candidata Rocío Nahle en su momento.
Miguel Ángel Yunes -el padre o el hijo- está siendo el factor que ha despertado a la oposición de su letargo. Su defenestración lo convirtió en el cordero que está siendo llevado a la piedra de sacrificio, y ha puesto en posición de combate de nuevo a los ciudadanos que luchan contra el autoritarismo del inminente dictador.
En lo malo, también está lo bueno. Que así sea.
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