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    Salvador Muñoz
    Los Políticos

    El veracruzano es blanco de chistes por su acento al igual que el yucateco. Al primero se le agrega a veces un toque de homosexualidad que él mismo a veces precisa con un dejo de orgullo: no es lo mismo ser gay que mayate. Al segundo, se le ubica como tonto.


    Al regiomontano se le jodía como “codo”, agarrado, tacaño… No sé de dónde sale esa broma con los de Jalisco: donde se dan los hombres… “entre ellos”, remata el chiste. Al menos en Veracruz, quizás por la vecindad, conocí el mote al poblano: Pipope. Sí, no es chiste, pero es una forma de definir a este ciudadano: Pinche Poblano Pendejo. Una carga despectiva fuerte pero cuentan que bien ganada, a pulso, desde el siglo pasado, por ese catolicismo muy a la española, con alta inclinación a la ultraderecha y de cierta forma, hasta clasista. Bueno, este calificativo se acentuó hace algunos años con varios videos donde los poblanos al cruzar una calle, tropezaban con unas barreras de carril o divisores de carril y besaban el suelo. No obstante, el poblano respondió al Pipope con agilidad: Pieza Poblana Perfecta.
    Aunque creo que el Epítome de este asunto viene siendo el Chilango que desde el acento, los hábitos, gustos culinarios, delegaciones y muchas otras características de vivales, lo hacen el gran blanco de chistes.
    Y así como se hacen chistes de los avecindados en el país, también se hacen de los extranjeros. Del argentino se burlan tanto de su acento como de su ego… del francés, por su forma de entender el aseo personal… del chino, nombres y ojos (y aquí incluimos a japoneses y coreanos que son iguales a nuestra mirada).
    Aunque es seguro que haya escuchado algún chiste de gallegos. En México y algunos países sudamericanos, el nativo de Galicia es blanco de bromas ubicándolos como tontos, faltos de sentido común, ilógicos.
    Los chistes de gallegos, al menos en México, suponen que iniciaron curiosamente luego de que nuestro país, vía el Presidente Lázaro Cárdenas, rompe relaciones con España y se abrieran las fronteras para refugiados víctimas del Dictador Franco. Entre los españoles que llegaron, estaban los oriundos de Galicia, hombres de campo que cuando se asientan en territorio azteca, hacían lo único que sabían hacer: trabajar. Y como daban preferencia a su lengua sobre el español y hablaban poco, y el poco español que empleaban era raro, se pensaba entonces: cómo siendo españoles, no hablan bien español. Lo cierto es que si se pudiera poner un ejemplo del Gallego con uno de México, se podría comparar con la otra idea que se tiene del norteño: trabajador.
    Hoy, con la visión obnubilada de quien en breve ha de tomar las riendas de México, al no invitar al Rey de España porque no respondió a AMLO una carta absurda por cualquier lado que se le vea, creo que Claudia Sheinbaum pone a México en la categoría de chiste internacional… con su actitud ausente de diplomacia, fácilmente supera a un gallego.