Mara I. Cruz P.
Grupo Atardeceres
Hoy me veo en ellas, veo cómo el tiempo pasa en mi rostro y en las mujeres que han estado en mi vida, mujeres a las que he admirado y que han sido fuente de inspiración, hoy no me siento sola, recuerdo a muchas mujeres, como Rosa María Cabrera Lofte o Adriana Luna Parra, a Ifigenia Martínez Hernández, presidenta de la Cámara de Diputados, que será quien entregue la banda presidencial a Claudia Sheinbaum Pardo, que en su tercera edad presidirá el gobierno de México y cómo no mencionar a Rocío Nahle García que dirigirá el destino de nuestro estado… y sí, me siento acompañada. He sido testigo de la lucha política y de los éxitos de mujeres mayores que con su trabajo cotidiano y sus reflexiones profundas me han hecho sentir cobijada en esta transición. Expresiones, miradas profundas, presencias impactantes, voces seguras, me han permitido admirar a muchas mujeres que en la tercera edad me reflejan. Vamos envejeciendo juntas y ello para mí es un honor.
En ocasiones viéndome frente al espejo quisiera regresar el tiempo, que no avanzara, detenerlo, no reconozco las ojeras que ya tienen varios años acompañando mis expresiones y mi cabellera cada vez se viste más de blanco, ya no pierdo kilos y mi corazón siente nostalgia cuando alguna mujer de las redes me recuerda a mí misma siendo joven. Tengo miedos relacionados con mi vejez a la vuelta de la esquina, ya no soy joven pero aún tengo ánimo de ser, de hacer y de trascender. Soy tan humana como cualquier mujer en su tercera edad, maravillosamente humana, envejezco sí y no me preocupa el no ser una imagen eternamente joven, tampoco quiero someterme a dietas rigurosas ni restrictivas o cirugías riesgosas para sentirme bien; para vivir y ser feliz solo me necesito a mí. Los años me han permitido acumular felicidad, he ganado experiencia y madurez.
Respiro, me arreglo, me maquillo sin exagerar y le sonrío a la vida, me sonrío a mí misma en el espejo, bailo conmigo, me regalo flores, me perfumo y agradezco lo que he vivido. Me doy las gracias por lo que he vivido conmigo.
Hoy tengo amigas y compañeras de viaje por esta tercera edad, mujeres que me inspiran con su fuerza interior, con su labor diaria, a pesar de que nuestro cuerpo pueda parecer debilitado y a pesar de que los miedos puedan derrotarnos no lo hacen; con pasión y entrega las mujeres hacemos brillar hasta los ojos más cansados, juntas nos llenamos de inspiración, esas mujeres de plata me hacen sentir pertenencia. A mis años los abrazo con gratitud por todo lo que me han permitido vivir y por todas aquellas mujeres sororas a las que me han permitido conocer.
Ha pasado el tiempo, miro hacia atrás y mi memoria se llena de aprendizajes, de aventuras, de triunfos y fracasos, de amores pasados y presentes, de risas, de sueños perseguidos y metas alcanzadas, de senderos caminados. La vida me tiene aquí, recordando y planeando el futuro mientras mi corazón late en mi pecho.
Les propongo que envejezcamos juntas, dando gracias por los años vividos y por los años que aun logremos conquistar.