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Jorge Arturo Rodríguez
Tierra de Babel
Aperitivo: “¿Sabes lo que echo de menos? Cuando no existía Internet”. (Hugh Grant) ¿Lo saben?
No hace falta saber cuál es la percepción que tenemos sobre la violencia en México, para no hablar del mundo entero. Datos hay al por mayor; las estadísticas se mueven a cada segundo, desbordan de tanta información. ¿Para qué nos hacemos pénjamos? ¿A quién quieren engañar? ¿Tapamos el solo con un solo dedo? O, de plano, dejemos todo a la Inteligencia Artificial y vivamos en el país de las maravillas. Total, “yo estoy bien, allá los vecinos”.
Vivimos tiempos de la chingada, no lo neguemos, y no hay que ser pesimista, mucho menos aguafiestas, para darse cuenta de ello. Sí, fiestas decembrinas: amor, salud y paz. como cada año; luego, mañana, en enero, a mandarnos a freír espárragos, si lo hay.
Un locutor, comentarista y comediante dijo que por ahí escuchó: “Es mejor tener paz que tener razón”. Creo que sí, más en estos tiempos. Muchas veces me he arrepentido de haber hablado, de haber callado nunca. Y nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.
Pero, ¿qué es tener paz?, ¿qué es tener razón? ¿Cómo se miden ambas? Ahí está el detalle, Chato. El mundo anda de cabeza, tanto que ni siquiera nos ponemos de acuerdo. Ya lo dijo Francisco Sosa: “El que desee vivir en paz con la sociedad debe forzosamente optar por uno de estos dos medios: callar o mentir.” Ahí se las dejo.
Francisco León González escribió que cuando comprendemos una explicación, se pone de manifiesto que el principio de la razón no es la inteligencia, sino la ignorancia. Ahí tá, Chato. Luego entonces…
El reconocido historiador inglés Peter Burke, autor del libro Ignorancia. Una historia global, escribió en uno de sus capítulos lo siguiente: “Los filósofos fueron los primeros en tratar el tema de la ignorancia, comenzando hace ya más de 2.500 años. En la antigua China, la colección de dichos atribuidos a Kung Fu Tse, conocido en Occidente como Confucio, incluyen el siguiente párrafo: “Te diré qué es el conocimiento. El conocimiento es saber qué sabemos y también saber qué no sabemos”. De manera semejante, en el texto clásico del taoísmo filosófico, el Libro del camino (Tao Te Ching), atribuido al «Viejo Maestro», Lao Tse, se afirma que «la mejor parte es saber qué no es conocimiento». Esto se ha interpretado en ocasiones como que cualquier cosa que se diga será necesariamente inexacta. Dado que el «Camino» es misterioso, los intentos de describirlo no son más que «palabras huecas».”
Ahí les hablan: palabras huecas.
Bueno, para no hacerla tanto de tos, menos en esta época decembrina, luchemos por ser felices. ¿Qué es la felicidad? ¡Carajos! Como en la película “Hombres de negro III”: “No hagas preguntas sobre lo que no quieras saber la respuesta”.
Clarito, clarito, clarito…
Los días y los temas
Sin embargo, déjenme comentarles que Margarito Cuéllar dice que si la felicidad existiera la venderían en frasquitos, y Luigi Amara cuestiona: “¿Renunciar a la felicidad es también otra forma —otra más— de intentar alcanzarla?” Vaya usted a saber.
El genial Carl Jung expresó que cuando los conflictos más intensos se superan, “dejan una sensación de seguridad y tranquilidad que no se perturba fácilmente. Son solo estos intensos conflictos y su conflagración lo que se necesita para producir resultados valiosos y duraderos.” Ahí ‘ta.
Pero siendo, en verdad, cabrón, Ambrose Bierce, en Diccionario del diablo, definió el término “Felicidad” como la “sensación agradable que nace de contemplar la miseria ajena.” No pos sí.
De cinismo y anexas
El mismo Ambrose Bierce definió la palabra “Ignorante”: “Persona desprovista de ciertos conocimientos que usted posee, y sabedora de otras cosas que usted ignora.” Que alguien me lo explique.
Hasta la próxima.