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    Jorge Vázquez Sangabriel

    Breviarios

    Johann Christoph Friedrich Schiller, expiró el nueve de mayo de 1805; en seguida a su cuerpo se le practicó la autopsia. El pulmón estaba “gangrenoso, pastoso y completamente deshecho”; el corazón “carecía de sustancia muscular”; la vesícula biliar y el bazo eran desmesuradamente grandes, los riñones “estaban disueltos en su tejido específico y se presentaban completamente tupidos”. El doctor Huschke, médico de cabecera del duque de Weimar, añadió al resultado de la autopsia la frase lapidaria: “En estas circunstancias es admirable que el pobre hombre pudiera seguir viviendo”.

    ¿Acaso no afirmó Schiller que el espíritu construye el cuerpo? Su entusiasmo creador lo mantuvo con vida más allá de las condiciones de degeneración del cuerpo. Heinrich Voss, acompañante de Schiller en su lecho de muerte, anotaba: “Sólo por su espíritu infinito puede explicarse que pudiera vivir tanto tiempo”.

    El idealismo actúa cuando alguien, animado por la fuerza del entusiasmo, sigue viviendo a pesar de que el cuerpo ya no lo permite. “El idealismo es el triunfo de una voluntad iluminada y clara”, escribió el filósofo alemán Rüdiger Safranski, en una de sus obras.

    “¡También lo bello está destinado a morir!”, afirma Schiller, en su poema Nänie, que lleva el nombre de la diosa romana Nenia; Brahms crea música para el poema de Schiller; la composición es un lamento sobre la inevitabilidad de la muerte. Brahms divide formalmente el texto en tres partes que se corresponden con el contenido del poema: la introducción orquestal que dura 24 compases, está impregnada de motivos que inician la primera parte, destacando en ella el oboe, permitiendo de manera sutil que entren las voces sopranos que cantan a la evocación del final de la belleza.

    En Schiller, la voluntad es el órgano de la libertad, o una voluntad construida a base de la libertad; libertad del pensamiento que abre un amplio horizonte de posibilidades. Si no hay libertad no hay horizontes; con libertad estamos siempre ante posibilidades inagotables por más que estas sean limitadas. En ese sentido, la libertad es en su momento, en su tiempo, en el instante de la iluminación de esa fuerza creadora, nunca más allá del tiempo de ese momento, porque entonces, ya no es libertad, porque esta se encuentra limitada, sometida a condicionantes que sujetan y perturban la naturaleza de la existencia del ser humano y de su entorno progresivamente.

    Se vive entonces pero no se existe, se es un autómata, circunscrito a un tiempo, a un espacio limitado. El cuerpo es el autor de sus propios atentados cuando no se tiene una naturaleza combativa.

    Referencias tomadas de la obra: Schiller o la invención del idealismo alemán
    Autor: Rüdiger Safranski
    Traducción: Raúl Gabás
    Editorial: TusQuets