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    Un nuevo motivo de inquietud se vive entre académicos y artistas de la Universidad Veracruzana. Todo parece indicar que habrá un recorte al monto que recibirán tras ser evaluados en los programas diseñados para ello: el Programa de Estímulos al Desempeño del Personal Académico (PEDPA) y el Programa de Estímulos al Desempeño en la Ejecución Artística (PEDEA).


    Esta preocupación, que ronda los pasillos universitarios, inició a raíz de un correo institucional ambiguo, en el que se solicitaba información de manera confusa y con el aparente propósito de advertir que algunos miembros de la comunidad no podrían participar en la evaluación ni obtener con ello el estímulo correspondiente.
    A la fecha, las autoridades actuales —a las que muchos consideran espurias, derivadas de una prórroga rectoral sin sustento legal— no han ofrecido información clara ni transparente. Se cree que esperan que el ajuste económico pase desapercibido, para evitar un motivo más de descontento en una comunidad ya agraviada por decisiones arbitrarias y un manejo administrativo opaco.
    El proceder de quienes hoy asumen, de manera arbitraria y de espaldas a la comunidad, la conducción de la Universidad Veracruzana justifica esta preocupación. Cabe recordar que las administraciones anteriores habían logrado acortar considerablemente el tiempo entre la evaluación y el primer pago de los estímulos; sin embargo, durante la actual gestión, dicho proceso se ha alargado de manera inexplicable.
    A la inconformidad se suma el agravio por los dispendios recientes de esta administración, carentes de toda justificación académica. El caso más señalado es el del cuarto informe del entonces rector Martín Aguilar, quien, evadiendo a la comunidad universitaria que rechazaba la prórroga, decidió realizar su informe fuera de los campus universitarios, rentando un salón en un hotel del centro de Xalapa. El costo de dicha renta superó los 140 mil pesos, y se ofreció una cena de más de 630 mil pesos para celebrar el acto, además de los gastos de traslado, alimentación y hospedaje de 65 invitados especiales, traídos —según se comenta— en calidad de aplaudidores.
    Mientras esto ocurre, los espacios universitarios se encuentran cada día más deteriorados, y la comunidad académica y artística enfrenta no solo la incertidumbre económica, sino también la indignación ante lo que perciben como una crisis institucional y moral en la máxima casa de estudios de Veracruz.