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    Fanny Yépez
    La Columna

    Después de un año, la gobernadora Rocío Nahle García, escuchó con detenimiento las preguntas y opiniones de los diputados locales, sobre todo los de oposición, que, sin caer en diatribas, reclamaron lo justo, lo que muchos veracruzanos también vemos diariamente en los distintos renglones de la administración estatal.


    Nunca tuve dudas de la capacidad de Rocío Nahle, pero el poder transforma y a veces hasta hace que los poderosos pierdan el piso, porque la naturaleza del ser humano es así y la muestra la hemos visto hasta con los que llegan de regidores, que de la noche a la mañana cambian el saludo, la indumentaria y hasta la forma de caminar.
    A Rocío Nahle se le noto empática, que es la capacidad de comprender y compartir los sentimientos de otra persona, poniéndose en su lugar sin necesariamente estar de acuerdo con ella. Implica escuchar activamente y sin prejuicios, reconocer las emociones del otro incluso a través de la comunicación no verbal, y responder de manera compasiva y solidaria.
    Los que esta vez preguntaron en el Congreso fueron los representantes del pueblo, esos funcionarios que fueron elegidos para guardar el equilibrio entre los poderes, los que velan para coadyuvar con el poder ejecutivo a que a Veracruz le vaya mejor y que, además, son personas preparadas para evidenciar lo que no está bien visto.
    Estos no son carroñeros ni hay que darles contentillo, ellos son una verdadera autoridad legislativa y, afortunadamente, así lo entendió la gobernadora, que reconoció las fallas del titular de la SIOP, el ahora famoso Leonardo Cornejo Serrano, que ha sido multi citado en comentarios y columnas políticas, pero por sus deficiencias.
    La curva de aprendizaje de Rocío Nahle ha tenido sus efectos positivos, después de haber sido diputada de oposición, senadora y después secretaria de energía, para pasar a ser gobernadora, le ha permitido observar que esas posiciones, aunque todas valiosas, son completamente distintas en su funcionamiento.
    Sus reacciones fueron bien vistas por la gran mayoría del respetable público veracruzano, también fueron bien vistas por muchos de sus críticos recurrentes, incluso hasta por el senador Manuel Huerta, que no se aguanta las ganas de opinar con su voz desganada, pero llena de coraje, en contra del gobierno estatal; hasta él agradeció las palabras de la mandataria veracruzana.
    Parece que estamos en un después, un después de un año de lidiar con muchas dificultades. Donde los arrebatos eran reacciones a los momentos álgidos que se vive en la administración de un gran Estado como Veracruz, que tiene todo para ser muy rico, pero lamentablemente solo seguimos viendo pobreza.
    El ejemplo que dio a sus colaboradores Rocío Nahle, también es de mucho reconocimiento, porque algunos de sus secretarios de despacho se mostraron, en la comparecencia y en la vida diaria, como unos verdaderos ignorantes de la responsabilidad que les asignaron.
    Le quedan muchos pendientes a la gobernadora y seguramente los irá resolviendo y superando con las semanas y los meses, es lo que muchos deseamos para estabilizar el ánimo en muchas personas que, afanosamente se entregaron a los trabajos de campaña y “alguien” se preocupó por intrigarlos.
    Pudimos ver que esa debilidad ante la “grilla” la hizo cambiar de parecer, con muchos que le apoyaron, que invirtieron en gasolinas, comidas y refrescos para alcanzar el objetivo de verla como gobernadora, pero después de este cambio que hoy se vive, pensamos que ahora todo va a ser distinto.
    Así es que como dijo un buen día el ex gobernador, Miguel Alemán Velasco, “los que ya bailaron, que se sienten”, porque lamentablemente no pudieron con el paquete y la gran oportunidad la tuvieron en sus manos, pero la dejaron perder.
    Este cambio de carácter de Rocío Nahle llega como un regalo de Navidad para muchos veracruzanos, que sabemos que, si a ella le va bien, nos va bien a todos, entonces como dijo la paisana “Yuri”, vendrán tiempos mejores.
    Ahora todos esperan los tan comentados cambios en el gabinete que conforman el primer círculo, varios pasaron airosos la curva del aprendizaje, en vez de ayudar, afectaron a la Gobernadora Rocío Nahle y ahora tienen que enfrentar las consecuencias de sus errores.
    Lo dejaron solo, el pueblo de Poza Rica abandono al alcalde
    Lo que siembras, cosechas reza un viejo y sabio refrán popular. Efectivamente es lo que le está ocurriendo al presidente municipal de Poza Rica, Fernando Remes. Resulta que en el tradicional encendido del árbol navideño dejó este año una imagen inesperada: la plaza principal prácticamente de esta ciudad petrolera lucio vacía, nadie se presentó acompañarlo.
    En actos similares de años anteriores, congregaba a familias enteras, se convirtió en un escenario de ausencia ciudadana. Mientras las luces del árbol se encendían, el espacio público permanecía desierto, proyectando un contraste entre la intención festiva y la realidad política. La invitación se extendió, pero los pozarricenses optaron por castigar al munícipe, no cabe duda que “el que siembra tormentas cosecha tempestades”.
    La ausencia del pueblo evidenció el distanciamiento entre la ciudadanía y la administración saliente. Esta situación revela la irritación de los ciudadanos, quienes consideran que hubo un mal manejo de la emergencia durante las lluvias de octubre que dejaron inundaciones y víctimas fallecidas.
    Reprochan la falta de un llamado a tiempo que alertara a la población sobre la inundación que arrasó con viviendas cercanas al bulevar ribereño. La figura del alcalde, aislado en lo alto, reforzó la percepción de la indiferencia de los pobladores a su autoridad. El encendido, que suele ser un acto de unión y esperanza, se transformó en la metáfora de una soledad oficial, a unos días de que culmine la administración municipal.