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    Enrique Yasser Pompeyo

    Mesa de Redacción

    Al emperador de Roma, Marco Aurelio Antonino Augusto, apodado ‘El Sabio’, se le atribuye la anécdota de que al pasear por las calles y plazas de la ciudad, era vitoreado y aclamado por los habitantes como un semidiós, de manera que siempre iba acompañado por un esclavo.

    Este caminaba varios pasos detrás del emperador; cuando los vítores y las aclamaciones arreciaban, el siervo se acercaba discretamente a Marco Aurelio y le susurraba al oído: “sólo eres un hombre”.
    Pues a Sergio Hernández Hernández nadie se lo recordó. Creyó, por un momento, que era más que un diputado plurinominal.
    A Sergio Hernández se le olvidó quiénes lo pusieron ahí. Pensó, por un momento, que podía hacer acuerdos sin consultar con quienes lo impulsaron, con sus jefes políticos, José de Jesús Mancha Alarcón y Miguel Ángel Yunes Linares.
    Dos cosas llamaron la atención y generaron sospechas.
    Primero, en la construcción de la alianza entre el PRI, PAN y PRD para la presidencia municipal de Xalapa, Sergio Hernández, luego de ganar el 14 de febrero el proceso interno para elegir a su abanderado, dejó en claro que tendría que ser él quien encabezara la coalición, pues no declinaría a favor de David Velasco Chedraui.
    Ante su postura, el empresario ofreció una conferencia para informar que si su participación frenaba la alianza, sería él mismo un “facilitador” para que esta se concretara.
    Pero algo sucedió. A pesar de tener el camino despejado, Sergio Hernández “cambió” de parecer y dijo que no sería el abanderado de la alianza “Veracruz Va”, que iría solo con Acción Nacional. Surgió la primera sospecha.
    Sergio Hernández Hernández, ensoberbecido, obnubilado y cegado por la ambición y la soberbia se fue por la libre. Pretendió negociar acuerdos en lo oscurito. Buscó prebendas.
    El 30 de marzo, la Presidencia del Tribunal Superior de Justicia comunicó al gobernador Cuitláhuac García Jiménez la existencia de tres vacantes de magistrados; al día siguiente, el mandatario envió la propuesta al Congreso del Estado.
    La terna incluía el nombre de Juan José Rivera Castellanos, quien había sido Secretario General del Congreso cuando Sergio Hernández fue presidente de la Junta de Coordinación Política y luego, en la actual legislatura, se convirtió en asesor jurídico.
    Sin embargo, Sergio Hernández no lo consultó con José de Jesús Mancha Alarcón ni con Miguel Ángel Yunes Linares. No tenía el visto bueno de sus jefes políticos.
    El segundo hecho confirmó las sospechas, la traición. Sergio Hernández pretendía contender solo por la alcaldía de Xalapa a sabiendas de que no ganaría y con ello desarticulaba la alianza opositora para que Morena tuviera asegurado el triunfo. Además, obtendría prebendas como la magistratura para su amigo.
    Enterado de todo esto, el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, tomó la decisión con el visto bueno de Yunes y Mancha. Sergio Hernández quedaba fuera. Se concretaba la alianza en Xalapa.
    Sergio Hernández cometió los errores de un aprendiz de político; le ganó el ego, la arrogancia y la soberbia; pero, sobre todo, traicionó a quienes hicieron de él lo que era hasta hace unos días. Hoy, al parecer, se encuentra en la orfandad política.

    enriquepompeyo@hotmail.com