Rafael Arias Hernández
Mutatis mutandis
Ante las importantes elecciones a realizar este 2021, empecemos por la inocultable e imparable pregunta: ¿es la Universidad Pública democrática?
Estamos inmersos en un amplio proceso electoral, en donde todo ciudadano es factor de decisión; esto es, millones y millones de personas tienen y ejercen libertades, derechos y obligaciones, para elegir y ser electo.
En dichas elecciones, se eligen diferentes cargos o representaciones (diputados federales y locales, presidencias municipales y sus cabildos), sujetos a renovación en plazos determinados. ¿Qué sucede en la Universidad?
En Veracruz, casi 6 millones eligen democráticamente, cuando menos, 1,124 cargos públicos.
¿Y los casi 75 mil universitarios, participan en el cambio de autoridad de la Universidad Veracruzana?
Sentido y alcance
En principio, es importante advertir y distinguir que la Democracia no es solo elegir. No es únicamente votar y expresar decisión. Imprescindible entender, establecer y aprovechar lo que la Democracia es y puede ser.
Así, por ejemplo, para identificar su presencia y evolución, se construyen y utilizan, formulas, o índices, que profesionales y expertos construyen y utilizan, a partir de indicadores obtenidos de fuentes confiables, para definir importantes aspectos o categorías, como las de: garantizar y fortalecer libertades y derechos ciudadanos; realizar y consolidar procesos electorales y pluralismo; sostener funcionamiento y fiscalización del gobierno; fortalecer participación y evaluación política y social permanentes; y, apoyar afianzamiento y expansión de la cultura política. (Democracy Index 2020. The Economist Inteligence Unit)
Así, es posible constatar, que pocas son las instituciones, en las que se habla tan amplia, intensa y abiertamente de la Democracia, como en las Universidades Públicas; aunque a su vez, paradójicamente, se puede comprobar que solo es, en algunas de ellas, donde se le observa y pone en práctica, o se vive y aplica. En otras, no es así, se alega y sostiene que saber, conocer y ser capaz no es un atributo de las mayorías.
Podría decirse que algunas instituciones públicas de educación superior lo intentan; y otras, adoptan y adaptan, sistemas y estructuras de organización y trabajo, que incorporan algunos aspectos de democratización de su estructura y funcionamiento. Sin duda todo un reto imposible de ocultar o posponer.
En todo caso, se estaca y defiende su autonomía, como punto de partida, característica y definición central.
Entendiéndose en esencia, que su administración y gobierno depende de los mismos universitarios; que se garantiza respeto y apoyo, de sociedad y gobierno, al ejercicio de sus libertades y derechos, tanto en la difusión y asimilación de ideas y conocimientos, como en la exploración e investigación; y que en su operación y desarrollo, se facilita o permite, existencia y funcionamiento de aspectos y características de la Democracia.
En efecto, son pocos los espacios, de coexistencia de teoría y práctica, donde se aplica lo que se dice o analiza, estudia e investiga, un sinnúmero de conceptos y aspectos, de la democracia. Lo mismo se defiende o cuestiona, que se aprueba o critica, se dialoga o debate, sobre pasado, presente y futuro de esta importante y actual forma de organización gubernamental y representación pública. ¿Democracia hacia el interior de la Universidad, en verdad, se aplica y pone en práctica?
Hasta hoy, la Democracia está presente y avanza, desplaza a otras de formas de gobernar, como autoritarismo, discrecionalidad, ocurrencias, concentración de poder y, en general, las formas típicas del uso y abuso gubernamental, para beneficio y ventaja de unos cuantos. En esencia, indispensable participar y evaluar siempre, todo asunto oficial, interés social o bien público.
Bajo el principio universal de que quien gobierna, por elección o designación, es antes que todo, servidor público, no dueño, amo, patrón, concesionario o propietario del poder y representación públicos.
Servidores que deben servir, en el amplio sentido de la palabra, y no servirse, ni aprovechar la confianza y credibilidad que se les otorga.
Democracia y Universidad, hoy
Participación y evaluación verdaderas, no simuladas, que faciliten y permitan fortalecer actitud y capacidad, frente a la realidad. Toda Universidad debe pasar a la determinación de temas y objetivos de reacción o previsión, de presente o futuro. Considerando siempre, oportunidades y recursos disponibles; así como, alcances e importancia del sistema conceptual utilizados; así como beneficios y limitaciones de la metodología aplicada en su proceso democratizador.
Al asociar Democracia con Universidad Pública, empezar por determinar y clasificar su situación, condiciones y resultados alcanzados, para la revisión, reinterpretación y reinvención. ¿Ante la nueva realidad, hacia donde orientar la Universidad?
Considerar siempre, razones y condiciones propias de la existencia de cada institución; y, el por qué y para qué se realiza el esfuerzo democratizador. Evitar, confundir o tergiversar, las características del o los problemas analizados.
Esencial, mantener unidad y coherencia de las diversas actividades universitarias, que conforman su proceso democratizador.
Reconocer existencia y afectaciones de los problemas, es el primer paso para enfrentarlos y solucionarlos. Las discusiones conceptuales, metodológicas y otros aspectos teóricos y de aplicación misma, serán más valorados o apreciados, por sus aportaciones y resultados.
Cada Universidad debe ubicar los retos, en su correspondiente espacio y tiempo, teniendo siempre presentes aciertos y errores, oportunidades y propuestas.
Conveniente tener en cuenta, valiosas aportaciones. La educación a lo largo de la vida se basa en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos, aprender a ser. Y también, en fomentar los siete saberes para la educación del futuro, esto es: enfrentar las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión; alimentar los principios de un conocimiento pertinente; enseñar la condición humana; enseñar la identidad terrenal; enfrentar las incertidumbres; enseñar la comprensión; y cultivar la ética del género humano. Y más, mucho más aportaciones que hay que considerar tanto para el debate, como para la teoría educativa.
Se debe intentar, en participación libre y abierta, provocar, generar y aprovechar una interactividad abierta, crítica y propositiva. Impedir el uso y abuso de complicidad, encubrimiento y simulación. Imprescindible evaluación estricta, real e independiente para reconocer logros y señalar errores y pendientes.
Es la hora de la Universidad Veracruzana…continuaremos.
. -Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH