Jorge Arturo Rodríguez
Tierra de Babel
“Ningún poder puede sostenerse si no tiene por representantes a hipócritas”. (Friedrich Nietzsche).
Crisóforo, mi amigo el taxista, con aspecto demacrado: “La chamba está baja, patrón, usted es el cuarto pasaje que logro granjearme desde las seis de la mañana que empecé y miré que ya es mediodía”. “Las cosas no pintan tan bien, amigo, casi para todos…”, le dije con voz comprensiva y cuasi consoladora, esperando que no siguiera el trayecto de las lamentaciones, corajes, maldiciones y mentadas de madre hacia un ente llamado autoridad que como tal, realmente ya no se sabe si es o no es, o para quién trabaja. Pensé entonces en aquel sujeto actor Alfredo Adame, candidato de Redes Sociales Progresistas (RSP) a diputado federal por Tlalpan que al inicio de su campaña afloró su naturaleza sutil mentando madres a un ciudadano, para luego disculparse señalando que fue “víctima de enojo y furia”, lo cual es un indicador de lo que está pasando en México –¡y lo que viene!-, en temporada electoral o no, en temporada de patos o en veda. Otro ejemplo es lo expresado por el Consejero Jurídico –¡válgame Dios!-, Julio Scherer Ibarra: “…taparles la boca a los reporteros”. Pero no hay problema, papi Amlo lo salvó diciendo que “fue desafortunada” tal declaración. Para no enlistar los tantos y cuantos disparates disparatados y disparados aquí, allá y acullá, silenciando y ocultando la realidad mexicana, mucho menos los actos soterrados en marañas jurídicas de actores terrores, todo por la supuesta transformación que debe seguir, cueste lo que cueste.
Para fortuna mía –no para mi amigo el taxista, Crisóforo-, el trayecto fue corto. Le pagué la tarifa y le añadí unos pesos más. (En estos tiempos el pesado peso cuesta más conseguirlo). Antes, me dijo: “Miré usted patrón, no le miento, ya sabe que a veces, cuando tengo mi tiempecito como que le hago al escritorcito y pos quién si no usted pa’ que le eche un ojo, sin quedarse tuerto (sonrío), y ahí luego cuando nos encontremos de nuevo me dice que le pareció”. Con enorme gusto lo leí y advertí, en primera impresión, que mi amigo el taxista tiene lectura, vaya usted a saber si cordura en un mundo de locos, sí, pero falto de locura –que nos es lo mismo, pero da igual. En cuanto a su valor literario, no es el momento ni el espacio para la crítica, baste con leerlo.
De entrada, no tiene título, pero lleva un epígrafe: “Podría escribir mentiras, ya lo sé, pero la verdad es suficiente invención”. (Guillermo Cabrera Infante). A continuación, lo que sigue:
“Entré a El Sitio sin saber qué era eso, si un bar, un antro a los que acostumbran ir los jóvenes, una reunión de gente de toda clase, rango y fachas, un lugar secreto donde se conspira o lo que fuese, tomaban y fumaban, nadie en sí se alteraba del vecino de las mesas contiguas. Eran como una libertad pactada, ancestral, casi a oscuras. Parecía una tertulia de fantasmas donde sólo se oían voces al aire, soliloquios, diálogos apenas escuchados, pero con la nítida brillantez de las palabras expresadas. Estaba ahí por invitación de un amigo, fiel pasajero que de vez en cuando me encontraba y lo trasladaba al lugar indicado; sí, mi patrón Jorge Arturo, una persona un tanto detraída, distraída… Pero no viene el cuento, ahora. Me tomé dos vasos de no sé qué preparado y fue cuando entonces escuché mejor.
-El caos no es el desorden sino la sistemática repetición de algo que no tiene sentido y que, además, no tiene fin- carcajeó un hombrecillo de pelo ralo, para luego sorber un líquido blanquecino.
Su compañero de mesa, frente a él, sonrió sin ganas y le dijo: -Es una cuestión de higiene: hay que cambiar de parecer como de camisa.
En otra mesa, tres mujeres charlaban, vaporizadas de humo de cigarrillos y perfumadas de encanto, hablaban y una de ellas, con serenidad simulada: -¿Cómo llamar a un momento que dura menos de un momento pero va a cambiar una vida? Fatum es fatuo. Destino es cuando una fuerza irresistible tropieza con el objeto inmóvil que tú eres. Destino es también desatino.
Tomé otro trago de un líquido oscuro y escuché la voz de una mujer que, dubitativa, nerviosa, como si lo que fuera a decir estuviera fuera de contexto (en El Sitio, ¿qué no estaba fuera de contexto?): -Cuando estás aburrida de la vida, la cama es el mejor lugar para pasar el tiempo.
Carcajearon las tres, y la tercera de la mesa entonó: -Amar es el plan de la vida, amor esa cosa divina.
No entendía nada del juego, si es que era un juego. Ahí era un mundo donde confluían voces, diálogos libres, entendibles, y la circulación humana o fantasmal se regía sin reglas, pero con el sumo respeto de existir, de vivir… Eso, al menos es lo que pienso, todavía preguntándome dónde está ahora realmente ese mundo.
Otro trago de un líquido espeso y suave, sin contradicción alguna. Alguien gritó desde el fondo del salón: -¿Cuándo nace el pesimismo? Cuando se juntan dos optimismos diferentes.
Desde la barra, le entré al juego: -Yo no soy pesimista, soy triste. Siguiendo el juego, a risotadas un hombre calvo, alto, robusto, preguntó: -¿Han sentido un dolor de muela donde no había muelas? ¿O un catarro sin virus?
Para no quedarme atrás, grité, firme en mi filosofía enseñada por mi hermosa compañera Sofía: -Los errores son terrores cuando no los olvidas.
De repente, un silencio irrumpió. Penumbras. Un apagón. Luego, la luz tenue, sonámbula. Un anciano, sentado a mi lado en la barra que no lo había visto siquiera un instante desde mi llegada, con trémula voz convencido, dijo: -Si vas a detenerte con cada perro que te salga a ladrar al camino, nunca llegarás al fin de él.
Entonces, alguien susurró: -¿Es la muerte una extensión infinita de la noche?
No recuerdo más. Lo que escribo es lo que recuerdo –lo que recuerdo es lo que escribo.”
Me quedé pensativo pensando en mi amigo el taxista, Crisóforo. Tantas historias, tantas vidas, tantas voces y, aun así, hoy, no nos permitimos el diálogo y la creación, el infinito don de conocernos, abrazarnos y amarnos.
Brindo por el Día de las Madres. Brindo por el Día de las Niñas y los Niños. Brindo por el Día Mundial del Libro. Brindamos por México que se nos va de las manos.
*Nota: El texto de Crisóforo, me comentó, está creado con citas de varios autores. Sólo le puso su granito de arena ¿movediza?
Los días y los temas
La escritora chilena Diamela Eltit, en entrevista, expresó: “En cuanto a las izquierdas, la pregunta más urgente que yo me hago es por qué seguir eternamente en el poder, como no generan relevos, vuelven y vuelven y vuelven a presentarse. Eso deteriora evidentemente los sistemas porque esa permanencia ilimitada, de cierto modo un poco abusiva, va a generar algo muy desastroso que es la corrupción. Que llegue un gobierno que piense en la ciudadanía y, en especial, en la más débil, pero tiene que generar relevos, no puede ser que alguien se quede 20 años en el poder. Nicaragua es ejemplo vergonzoso de eso, ese es uno de los problemas que han tenido las izquierdas en el poder.
“Mientras, la derecha es bastante caníbal, explotadora. Habría que buscar un buen diálogo latinoamericano que no esté fundado en repetirse y repetirse el plato. La debilidad de la democracia en parte radica en la corrupción, en que los gobiernos más progresistas se quedan pegados para siempre y en que la derecha es incompatible, no promueve políticas sociales que produzcan mayor equilibrio”.
¿Entienden, Méndez?
De cinismo y anexas
Va por el Día Mundial del Libro, del pasado 23 de abril:
*Creo que sólo debemos leer libros que nos muerdan y nos arañen. (Franz Kafka).
*Cuando un libro choca con una cabeza y suena a hueco, ¿se debe sólo al libro? (Georg Christoph Lichtenberg).
Ahí se ven.