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    Miguel Ángel Gómez Ruiz

    Muy ofendido se vio este día el secretario de Finanzas de Veracruz, José Luis Lima Franco, por el hecho de que el Órgano de Fiscalización Superior (Orfis) detectó un daño patrimonial por 16.6 millones de pesos a la administración de su jefe, Cuitláhuac García.

    El funcionario se vio ansioso, o quizá mostró su novatez al airarse por el hecho de que se diera a conocer el daño patrimonial. Lo que olvida es que hay tiempo para que se presente la documentación debida para confirmar que no hubo mal manejo de recursos.

    Hasta acusó a los auditores de que carecieron de entendimiento y comprensión, cuando el único que careció de eso fue él.

    Del mismo modo, Lima Franco olvida que estando en su cargo, desestimó los llamados y gritos de auxilio de empresarios que han estado esperando pagos por años y que ninguna administración les ha hecho caso, incluida la de Cuitláhuac García, su jefe.

    El titular de Finanzas asumió el mismo papel que los anteriores, desestimando las necesidades de quienes creyeron en el gobierno y le brindaron créditos. Del mismo modo, olvida que a los empresarios no les deben Javier Duarte, Fidel Herrera, Miguel Ángel Yunes o el mismo Cuitláhuac García, sino que les debe el gobierno del estado.

    Además, ha sido tal el desprecio de Cuitláhuac y el mismo Lima Franco que muchos empresarios de la asociación “Empresas SOS” no retornarán a la actividad, porque lo perdieron todo y aunque les paguen tendrán que dedicarse a otra cosa.

    Es cierto, muchos de los empresarios quebraron, tuvieron que rematar maquinaria y equipos. Otros murieron y otros más no sé si se atrevan a fiarle a un gobierno del estado mal representado.

    Por ello, antes que lloriquear y hacerse la víctima, el funcionario gubernamental tiene que mirar hacia atrás y hacer un examen de conciencia.